MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y expresidenta chilena, Michelle Bachelet, ha señalado que «debería aprobarse» la nueva Constitución que prepara el país pues «ofrece un nuevo contrato social» y se rompería con el texto anterior que data de la dictadura de Augusto Pinochet.
El actual borrador de la Constitución se encuentra en su fase de revisión final y está previsto que pase en septiembre por el filtro de un referéndum nacional. La nueva Carta Magna viene a intentar solucionar algunos de los principales problema que arrastra el país desde la dictadura, como el acceso a la vivienda, al agua, a la salud, así como para dar mayor representación a las comunidades indígenas.
El respaldo de la expresidenta chilena se antoja fundamental en un momento en el que la opinión que se extrae de las últimas encuestas es que los chilenos parecen haberle dado la espalda a esta Constitución, para cuya elaboración ya se celebró un plebiscito en octubre de 2020 en el que se aprobó por amplia mayoría la necesidad de redactar una nueva.
«Creo que uno de los desafíos que tienen por delante es poder comunicarse mejor con la gente», ha valorado la expresidente chilena en relación a los encargados de la comisión que elabora la nueva Constitución durante una entrevista para la agencia Bloomberg.
Este aumento del escepticismo hacia la Constitución coincide con la caída de los índices de aprobación del nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, que está encontrando problemas para ofrecer soluciones inmediatas a problemas que desde hace años padece el país, como la seguridad pública y el deterioro de la economía.
En ese sentido, Bachelet ha revelado que hace unos meses en una conversación que mantuvieron le apuntó que los cambios profundos requieren de tiempo y de la paciencia de los electores, que «normalmente» quieren «cambios en dos meses».
En términos de América Latina, Bachelet vaticina una «crisis tridimensional» con implicación en el precio de los alimentos, la energía y las finanzas, como consecuencia de los estragos que antes dejó la pandemia de coronavirus y ahora las que traerá consigo la invasión rusa de Ucrania.
«Estoy segura de que si seguimos con altos niveles de inflación, con falta de suficientes alimentos, con gente que no tiene ningún apoyo, habrá un gran malestar social» y eso derivará en «una crisis de gobernabilidad cada vez más profunda en la región, en medio de la baja confianza en las instituciones y la polarización política y social», ha alertado.