Gladiador II ya se ha consagrado como uno de los grandes estrenos en taquilla del año. A los fanáticos de la saga, la cinta de Ridley Scott ha dado exactamente lo que prometía: un espectáculo gigante basado en la época del imperio romano.
“Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma”, es la sinopsis.
La cinta, para sorpresa de muchos, es bastante fiel a nivel histórico. Scott, con el guionista David Scarpa solo se les han colado un par de invenciones propias. Pero hay una escena en particular que está basada en hechos de la vida real.
¿Cuál fue la escena de Gladiador II que tuvo eventos que si ocurrieron en la vida real?
Se llamaban naumaquias, y fueron inventadas por el mismísimo Julio César en el 46 a.C. El público de los coliseos demandaba espectáculos más y más grandes, y fue en conmemoración del triunfo del César cuando se le dio a los romanos algo nunca visto: un combate sobre navíos que ocurrió cerca del Tíber, en un gran lago artificial que cabían 16 galeras, y en el que participaron 4.000 remeros esclavos y 2.000 gladiadores.
Este resultó tan impresionante que su sucesor, Augusto, lo repetiría subiendo el listón. 30 navíos y 3.000 combatientes estuvieron presentes en su naumaquia, en otro lago artificial de 530 metros x 350 metros que pretendía simular el escenario de la batalla de Salamina, y donde romanos se vistieron de persas y griegos. Aunque la muerte era muy real para sus participantes, no hay que olvidar que para el público eran representaciones históricas, a menudo de viejas batallas
Las naumaquias también llegaron a los coliseos, y lo hicieron a partir del año 80, bajo el gobierno de Tito. Estas tenían que ser más pequeñas por el menor espacio de los estadios, pero la menor escala era compensada por la impresionante labor de ingeniería que conllevaba. Los espectadores veían el paso entre espectáculos terrestres y acuáticos en tan solo 35 minutos, la arena y las paredes se impermeabilizaba con cal y el coliseo se inundaba. Los barcos se llevaban bien por grúa o bien podían ser construidos en la arena.