Hay un quiebre en la Ivy League, la agrupación que reúne a las ocho universidades más tradicionales y más prestigiosas de Estados Unidos. Y el motivo del quiebre es Donald Trump, quien quiere obligar a las instituciones de educación a que adopten su agenda política y sus medidas sobre limitar el activismo en el campus.
Para forzarlas a cuadrarse con sus planes, muchos de ellos que van contra la libertad de expresión y la tradición de los centros universitarios, Trump amenaza con congelar las millonarias subvenciones que entrega el gobierno federal.
El presidente de Estados Unidos tuvo éxito con la Universidad de Columbia, que capituló ante las presiones del gobierno, pero le fue mal con Harvard, pese a que dicha universidad arriesga a perder 2.200 millones de dólares en subvenciones y $60 millones en contratos.
Obama rompe su silencio para criticar las medidas de Trump
En su primera intervención política en redes sociales desde la investidura presidencial, el exmandatario Barack Obama expresó su respaldo a la Universidad de Harvard por no ceder ante la presión de Trump para cambiar sus políticas internas.
Obama calificó esta ofensiva del actual presidente de Estados Unidos como un “intento ilegal y torpe” de restringir la libertad académica en el país.
La administración de Trump había exigido a Harvard alterar sus criterios de admisión, contratación y programas educativos, argumentando que dichos cambios eran necesarios para frenar el antisemitismo en el campus.
Graduado de la Facultad de Derecho de Harvard en 1991, Obama ha mantenido la tradición de los ex presidentes de Estados Unidos (salvo Trump con Biden) de un perfil bajo en cuanto a críticas políticas directas contra al mandatario en la Casa Blanca. Sin embargo, esta vez decidió pronunciarse con claridad: “Harvard ha dado el ejemplo a otras instituciones de educación superior: ha rechazado un intento ilegal y torpe de reprimir la libertad académica”, escribió el exmandatario en sus redes.
Obama subrayó además que Harvard está trabajando por mantener un entorno donde predominen el debate intelectual y el respeto, lo que, según él, debería ser el modelo a seguir por otras universidades en el país.
Las grandes universidades están divididas
Trump acusó a varias universidades de no proteger a los estudiantes judíos durante protestas recientes relacionadas con la guerra en Gaza y la posición de Estados Unidos en el conflicto.
Mientras que algunas instituciones, como Columbia, han accedido a ciertas demandas de la administración Trump, Harvard se convirtió en la primera universidad tradicional en oponerse frontalmente a las presiones del gobierno federal. Ese mismo día, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) anunció una postura similar, rechazando también las exigencias de Trump.
El presidente de Harvard, Alan Garber, defendió su posición y señaló que “ningún gobierno debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quién pueden admitir o contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden seguir”.
La negativa de Harvard acatar estas peticiones desató una escalada que incluyó la suspensión de parte del financiamiento federal dirigido principalmente a la investigación científica.
Desde Stanford, una de las mejores universidades de la costa oeste, emitieron un comunicado respaldando a Harvard y criticando la injerencia del gobierno.