A la sombra de la Casa Blanca, siete días antes de que se depositen los últimos votos en las elecciones de 2024, Kamala Harris prometió poner al país por encima de su partido y advirtió que Donald Trump está obsesionado con la venganza y sus propios intereses personales.
Lejos del controversial acto de campaña de Trump en el Madison Square Garden, repleto de insultos vulgares y racistas, Harris eligió un entorno más formal, el césped del Elipse cerca de la Casa Blanca, para destacar la seriedad que tiene este momento en la historia estadounidense y la amenaza que el candidato republicano representa para la democracia.
El lugar elegido por los demócratas es simbólico, ya que fue el mismo desde donde Trump pronunció un discurso frente miles de simpatizantes el 6 de enero de 2021, antes de que irrumpieran en el Capitolio federal, en uno de los días más oscuros de la historia moderna del país, para intentar revertir el triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales.
El discurso de Harris se concentró en atacar a Trump
Pero más que un simple recordatorio a los votantes sobre el peligro que representa Trump para la democracia de Estados Unidos, las declaraciones de Harris tenían como objetivo destacar el historial de su oponente de dar prioridad a sus intereses personales por encima de los de la nación.
“Donald Trump ha pasado una década tratando de mantener al pueblo estadounidense dividido y con miedo el uno del otro. Así es él. Pero, Estados Unidos, estoy aquí esta noche para decir: Así no somos nosotros”, dijo Harris. “Me comprometo a ser una presidenta para todos los estadounidenses, a poner siempre al país por encima del partido y por encima de mí misma”.
Su asesora principal, Jen O’Malley Dillon, señaló que el argumento de cierre de Harris tiene como objetivo llegar a un estrecho segmento de votantes indecisos, muchos de ellos republicanos moderados: “Esta es una contienda extremadamente cerrada. Es prácticamente una contienda definida en el margen de error. Sabemos que se decidirá en esta última semana”.
La dinámica de ataques constantes a Trump llevó a Kamala Harris a dejar atrás el estilo de campaña “alegre” que definió su entrada en la contienda presidencial hace algunos meses. La noche del martes prometió unidad, pero también describió a Trump como alguien impulsado más por la venganza y el agravio que por un compromiso con el pueblo.
“Estamos hablando de alguien que es inestable, está obsesionado con la venganza, consumido por el agravio y en busca de un poder sin restricciones”, dijo Harris. “No se trata de un candidato a la presidencia que esté buscando la manera de mejorar tu vida”.
Por momentos, Harris se dirigió directamente a los votantes republicanos y prometió escuchar a aquellos que no votaron por ella si es elegida. Señaló anteriormente que incluiría a un republicano en su gabinete.
Facciones de izquierda alertan sobre el discurso de Harris
El repetido discurso hacia los republicanos moderados, ha despertado críticas en la facción más izquierdista de su partido e instaron a Harris a centrarse más en las prioridades de la clase trabajadora que en la amenaza que Trump representa para la democracia de Estados Unidos.
En última instancia, el discurso de la vicepresidenta tenía como objetivo relacionar ambos temas. Advirtió sobre las amenazas de Trump a las normas democráticas y prometió tomar medidas contra los altos precios de los alimentos y ayudar a los compradores con el pago inicial de su primera vivienda.
El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, un importante aliado de Harris, dijo que los votantes pueden “caminar y mascar chicle al mismo tiempo, lo que significa que pueden escuchar un argumento sobre la libertad y sobre algo que afecta su bolsillo. Y creo que ella es ciertamente capaz de presentar ambos casos al mismo tiempo”.