Países como Moldavia sufren un incremento del 10 por ciento de su población a pesar de los pocos recursos y el alto nivel de pobreza
MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
La crisis de refugiados provocada por la guerra de Ucrania se está convirtiendo en un desafío para unas comunidades de acogida ya de por sí vulnerables y debilitadas debido a la falta de recursos y el alto nivel de pobreza.
Este es el caso, principalmente, de países como Rumanía y Moldavia, donde los refugiados que llegan al territorio requieren una respuesta mantenida en el tiempo que debe ser, a su vez, compleja e integral.
Para el director de la ONG World Vision, Javier Ruiz, este es uno de los nuevos retos a los que se enfrentan las organizaciones sobre el terreno de cara a una «cronificación del conflicto». «Un país como Moldavia tiene un alto nivel de pobreza (…) y esto hace que sea muy difícil para las familias seguir ayudando a otras si no las apoyamos a ellas», ha alertado en declaraciones a Europa Press.
«Desde el inicio del conflicto pusimos en marcha una respuesta multipaís que vamos adaptando según las necesidades, pero si la crisis se alarga vamos a tener que ser capaces de adaptarnos e integrar a todas las familias refugiadas en los sistemas educativos, de salud, de protección infantil (…) y esto va a requerir el esfuerzo coordinado de todos los actores implicados para poder ayudarlos», ha aseverado.
Así, ha especificado que si el número de refugiados que se quedan en Moldavia llega a los 200.000, «se estaría hablando de un incremento del 10 por ciento de la población de un país que ya de por sí cuenta con pocos recursos».
EL PAPEL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
Ruiz, que se encuentra en Bucarest, la capital de Rumanía, ha asegurado que el papel de los gobiernos y de la comunidad internacional es «fundamental». «Por una parte es clave para la coordinación entre las agencias de la ONU, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado y todos los actores implicados en la respuesta y, por otra parte, los gobiernos están impulsando la creación de alianzas», ha manifestado.
En este sentido, ha señalado que si bien el estadio rumano de Romexpo ha sido cedido por el Gobierno para acoger a los refugiados procedentes de Ucrania, son las ONG las que siguen proporcionando alimentos, kits de higiene y salud e Internet, entre otras cuestiones.
Por ello ha incidido en la importancia de que la comunidad internacional «redoble los esfuerzos por el diálogo y la construcción de paz, cumpla el Derecho Internacional, mantenga las fronteras abiertas y habilite presupuestos adicionales» para hacer frente a la crisis.
«Ningún civil debe ser objetivo de ataques y hay que protegerlos», ha insistido antes de explicar que los presupuestos deben ser «adicionales» porque «en ningún caso deben derivarse de fondos destinados a crisis y conflictos preexistentes en el mundo».
VOLVER A UCRANIA
Actualmente, la posibilidad de que las familias refugiadas traten de volver a su país es «muy real», según ha explicado, dado que existe un «deseo fundamental de volver cuanto antes a sus hogares y reencontrarse con sus familiares».
«Ya empezamos a ver que son muchas las familias que tratan de volver cuando ven una mínima posibilidad de regresar. Este riesgo es muy real», ha lamentado al tiempo que ha recordado que la mitad de los refugiados son niños, que sufren «consecuencias devastadoras» a raíz de este conflicto.
Ruiz ha recalcado que «hay cientos de niños muertos» mientras otros 5,7 millones de «han visto interrumpida su educación y han sufrido daños psicológicos que los acompañaran toda la vida». «Miles han tenido que abandonar sus hogares y desplazarse a países vecinos o desplazarse internamente», ha añadido.
«La protección infantil es otro factor fundamental. Al llegar muchos menores no acompañados o menores con sus madres el riesgo de abuso, explotación y tráfico está realmente incrementándose», ha asegurado, si bien ha explicado que muchos de ellos tratan de seguir lo que queda de curso académico vía ‘online’.
No obstante, ha sostenido, «los riesgos para los refugiados son muy graves a medida que la situación se alarga y el conflicto se cronifica», por lo que «los países deberán responder para integrarlos en el sistema de educación y de salud». «Esto hará que las familias y comunidades de acogida no puedan aguantar más tiempo», ha zanjado.