La edición más reciente de Miss Universo, celebrada hace una semana, no solo fue testigo de la coronación de una nueva reina de la belleza, sino también de un incidente lamentable que afectó a la representante mexicana, Melissa Flores, de 25 años. Además de no lograr clasificarse entre las mejores en el certamen internacional de belleza, Flores enfrentó otro revés: el robo de su valioso vestido típico, valuado en casi un millón de pesos.
La noticia del robo fue revelada por Maxine Woodside en su programa “Todo para la Mujer”. Según Woodside, el vestido único con el que Melissa Flores participó en la competencia fue sustraído, agregando un giro inesperado a la experiencia de la modelo mexicana en Miss Universo.
Ni en el Miss Universo hay total seguridad
El vestido típico, una pieza fundamental que refleja la riqueza cultural y la identidad de la participante, tenía un valor significativo, aproximadamente un millón de pesos. Este robo no solo representa una pérdida económica considerable, sino que también afecta el esfuerzo y la dedicación invertidos en la creación de una prenda única para el evento.
Es importante la seguridad en eventos de esta magnitud, donde las participantes confían en que sus pertenencias, especialmente aquellas tan significativas como el vestuario de competición, estén protegidas. El impacto emocional en Melissa Flores va más allá de la desilusión de no haber avanzado en la competencia; ahora debe enfrentarse a la pérdida de una pieza irremplazable que representaba no solo la moda y la creatividad, sino también la cultura de su país.
Hasta el momento, no se han dado a conocer detalles sobre la investigación en curso para recuperar el vestido robado. Este incidente subraya la necesidad de revisar y reforzar los protocolos de seguridad en futuras ediciones de Miss Universo y eventos similares, para garantizar la integridad de las pertenencias de los participantes y preservar la esencia cultural que estas representan.