En los últimos tiempos se ha puesto muy de moda la utilización de la medicina alternativa para combatir o mejorar muchos aspectos estéticos corporales o para fines curativo, dependiendo de la patología que se sufra.
Cuando se trata de barro, normalmente se asocia a los cuidados de la piel, ya que distintos especialistas y científicos han demostrado gracias a una diversidad de estudios los poderes con respecto a suavidad y tonificación, sin embargo, para nada esto es nuevo y la realidad indica que su práctica data de muchos siglos atrás.
Fangoterapia
Nayra Merino, dermatóloga en Dermamedicin Clínicas y miembro de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), explica que esta metodología de salud proviene desde épocas milenarias. “Se utilizaron aguas y fangos mineromedicinales desde la época del Antiguo Egipto y el Imperio Romano. En la actualidad, se utilizan especialmente en spas, balnearios y centros de estética”.
La fangoterapia es un tratamiento tópico que consiste en aplicar fango o arcilla en la piel con el propósito de que entregar a beneficios y solución a problemas médicos como puede ser el ejemplo de las varices o la celulitis. Asimismo, esta terapia puede enriquecerse con la mezcla de diversas plantas y hierbas, poseedoras también de múltiples propiedades, como el romero o el meliloto.
En los spas o centros de belleza ofrecen este tratamiento que, combinado con masajes, permite disfrutar de una sesión de relajación. Por tanto, no solo estamos hablando de cuidar la salud de nuestra piel, la fangoterapia también trabaja sobre causas de estrés que alteren el organismo.
“Se debe diferenciar entre fango y arcilla, que son dos tipos de barros, pero mientras que la arcilla se obtiene de la tierra, el fango se saca del fondo del mar o de manantiales. los fangos pueden ser marinos, que, además de ser ricos en minerales, también lo son en algas microscópicas; de ríos y pantanos, ricos en azufre; o de zonas volcánicas, ricos en oligoelementos (minerales en pequeñas cantidades presentes en nuestro organismo como el hierro, el cobre, el solonio o el yodo)”. Respecto a las arcillas, dijo que hay varios tipos: verde, amarilla, rosada, negra, roja, verde, gris y blanca, “siendo la verde la de uso más frecuente para la piel”, indicó la especialista española.