Para que Edward Enninful, ahora director europeo de Vogue (y antes director de Vogue UK) o Michael Roberts hubiesen podido al menos traducir su visión creativa de la moda en algún editorial o en algún artículo, hubo una personalidad que tuvo que abrirles camino desde antes. Se trató de André León Talley, que con su carisma, personalidad y visión cambió el periodismo de moda y lo relacionó más que nunca con la celebridad. Con su muerte, mostramos las claves de su vida y obra.
Amigos extraordinarios
Tuvo como empleadores o amigos a gente increíble y glamurosa, o ambas: trabajó para Andy Warhol en los 70 (en pleno apogeo de la Factory, todavía), Diana Vreeland fue su mentora y quien le dio el impulso hacia la moda, tenía de amigos a un emergente Karl Lagerfeld y también a Yves Saint Laurent, así como a Paloma Picasso. También sobrevivió a editoras como Grace Mirabella y a Anna Wintour, que fue su amiga.
¿En qué consistió su carrera?
Fue mentor de varios editores y periodistas con historias y conocimiento que aprendió en su temprana formación como cronista de desfiles y luego como editor y estilista en WWD, Vanity Fair y Ebony, tres publicaciones en las que se formó como comunicador y que en Londres, París y Nueva York también forjaron su aura de celebridad glamurosa. León Talley también apoyaba a diseñadores emergentes como Marc Jacobs y Christian Siriano. Asimismo, fue director creativo de Vogue desde 1988 hasta 1995 y el gran cronista que la Met Gala necesitaba por mucho tiempo. También defendió la inclusión en la industria.
Racismo y clasismo
Como él mismo cuenta dolorosamente en su autobiografía, “The Chiffon Trenches”, este joven nacido en una familia de clase obrera en Carolina del Norte, si bien estaba rodeado por los más grandes nombres de su tiempo, tuvo que enfrentar motes racistas como el de “Queen Kong” en París, cosa que lo hizo renunciar de Women’s Wear Daily. También tuvo que enfrentar la ira de personajes como Pierre Bergé, que gobernaba la marca Saint Laurent con puño de hierro. Y, si bien vivió su era dorada desde 1988 (como director creativo de Vogue) junto a Anna Wintour, fue dejado de lado por ella y la industria.
De hecho, en la última versión de la Met Gala fue reclamado ante unas deslucidas e irrelevantes Keke Palmer e Ilana Glazer.
Sus polémicas
En plena polémica por el papel de las revistas y comunicadores de moda en el contexto del Black Lives Matters, surgido luego del asesinato de George Floyd, muchos cuestionaron el papel de Vogue, que solo llegó a tener un fotógrafo afroamericano porque Beyonce lo pidió. Ahí Talley dijo que Anna Wintour era una mujer “colonial”, que le había apartado por ser “mayor e incómodo” y que poco se había hecho en años por promover la diversidad en un ambiente que no entendía los cambios del mundo sino cuando ya le habían atropellado.
Legado principal
“Su rol no fue de editor de moda como tal, sino que habló de estilo de vida para las consumidoras de Vogue en su tiempo. Ahora, en cuanto a su figura e imagen, estas evolucionan en el tiempo. Talley se va adscribiendo a las formas en las que el mundo se expande y permite cosas del tiempo y la época en que vivió. Además, su personalidad eclipsaba cualquier cosa: era tan arrolladora y conectaba tanto con la gente, que su origen no importaba. De esta forma, la moda produce este tipo de figuras únicas que tienen un enorme carisma y una actitud nunca antes vista”, le cuenta a Metro el historiador de moda William Cruz Bermeo.
Últimos años
Da un viraje: trabajó como asesor de estilo de Michelle Obama, estuvo en America´s Next Top Model y recibió honores. También mostró el libro y un documental de su vida. “Ahora bien, su libro habría sido impublicable antes de los reconocimientos sociales que se dieron en la industria de la moda. Y cuando lo publica, lo hace en un momento de retiro. Esto le permite hablar de las cosas que vivió. Y en sus últimos años estaba orgulloso de ser negro y lo expresaba con las marcas que usaba. Antes de ello era un negro que se vestía de blanco, al ser consumidor de marcas de lujo”, explica Cruz Bermeo. Y así, deja una semilla: la de sacudir a una industria de la que él fue un pionero por años solitario.
3 preguntas a…
Martín Torres, editor y fundador de editorial Superflua (editores del libro “The Chiffon Trenches: A Memoir” en español)
¿Cómo fue adaptar las memorias de André Leon Talley?
–Era un trabajo de la historia del periodismo muy relevante, al ser estas memorias de primera mano. Es importante que alguien tuviese experiencia directa con la industria y él podía dar esa visión. Era imposible por eso que no se publicaran sus memorias.
¿Cuál es la impresión de sus memorias?
–Lo que más me llamaba la atención era que él, a pesar de que tenía ese puesto tan llamativo en la industria y era conocido y ayudó a relacionarse a mucha gente (a John Galliano lo relacionó con inversores y siempre le apoyó en Vogue, por ejemplo), llega a tocar un techo y no deja de ser una figura secundaria. Jamás se le pidió que comisariara una exposición en el MET, por ejemplo, y tuvo que buscarla por su cuenta. Cuando quiso hacer algo más allá de Vogue, se las tuvo que apañar él solo. Que apoye a Galliano y Lagerfeld y no le den comisión por sus ascensos, que es mucho más profesional, es algo triste. Me da la impresión de que es una historia triste, a pesar de lo que consigue.
¿Qué deja para el periodismo de moda?
Al principio, sobre todo, era buen escritor, una persona formada, él al inicio hizo varias piezas importantes, como lo que escribió de la colección Jazz, de Yves Saint Laurent. El gran legado es crear este tipo de literatura sobre moda en la que la enlaza con el contexto histórico, cultural y social. Lo que hizo André fue crear esta narrativa transversal en torno a la moda, poner en contexto y conexión la moda de su tiempo y los creadores, con otras referencias culturales latentes y que podían pasar desapercibidas para otros.