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Estudio revela que las polillas no se sienten atraídas por la luz como se pensaba

Los investigadores recopilaron cientos de videos a cámara lenta que captaban el comportamiento de mariposas, polillas, abejas, avispas, libélulas y otras.

Los investigadores determinaron que los insectos voladores mostraban tres comportamientos constantes: orbitar, detenerse e invertirse. Foto: Sam Fabian
Los investigadores determinaron que los insectos voladores mostraban tres comportamientos constantes: orbitar, detenerse e invertirse. Foto: Sam Fabian

Los investigadores utilizaron cámaras de captura de movimiento y filmaron con iluminación infrarroja para no perturbar la visión de las criaturas para demostrar que, cuando los insectos volaban alrededor de una fuente de luz, inclinaban la espalda hacia la luz y mantenían el cuerpo en esa dirección. Al mantener esta orientación, los desventurados bichos creaban órbitas y patrones de dirección extraños, según el estudio.

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Comprender mejor el impacto de la luz artificial en estas criaturas aladas es crucial, ya que la contaminación lumínica desempeña un papel cada vez más importante en el declive de las poblaciones mundiales de insectos, escriben los investigadores.

La luz artificial confunde a los insectos nocturnos

Cuando la luz artificial no interfiere, los insectos nocturnos mantienen la espalda orientada hacia la dirección más luminosa, que suele ser el cielo o el suelo.

Este truco evolutivo ha ayudado a los insectos a saber qué dirección es hacia arriba y a mantenerse nivelados durante sus vuelos nocturnos. Sin embargo, cuando los insectos pasan junto a una fuente de luz artificial, se desorientan y creen que la iluminación artificial es el cielo, explica Samuel Fabian, coautor del estudio, entomólogo e investigador postdoctoral del departamento de bioingeniería del Imperial College de Londres.

“Los insectos en el aire no saben por sí mismos qué dirección es hacia arriba, no tienen una forma muy buena de medirlo. ... Asumen que la luz es la dirección hacia arriba, pero se equivocan. Y si te inclinas, se crearán patrones de dirección extraños, del mismo modo que si montas en bicicleta y te inclinas hacia un lado, tendrás que girar en un gran círculo, todo se volverá un poco raro”, explica Fabian.

Orbitar, detenerse, invertirse

El equipo de investigadores recopiló cientos de videos a cámara lenta que captaban el comportamiento de mariposas, polillas, abejas, avispas, libélulas y caballitos del diablo. Los insectos sólo parecían sentirse atraídos cuando pasaban cerca de una luz. De forma sistemática, la inmensa mayoría de los sujetos del estudio inclinaban la espalda hacia la luz, aunque al hacerlo no pudieran mantener el vuelo.

“Tal vez cuando la gente lo nota, como alrededor de las luces de su porche o de una farola, parece que vuelan directamente hacia ella, pero no es así”, afirmó en un comunicado de prensa el coautor principal del estudio, Yash Sondhi, investigador postdoctoral del Museo de Historia Natural de Florida. Sondhi contribuyó a la investigación mientras era estudiante de doctorado de biología en la Universidad Internacional de Florida, en Miami.

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Investigación

El equipo observó tres respuestas comunes de los insectos a la fuente de luz: orbitar alrededor de la luz, detenerse (lo que hacía que el insecto subiera bruscamente por encima de la luz) e invertirse, en la que el insecto volteaba y se estrellaba contra el suelo.

Algunos insectos de vuelo rápido, como las libélulas, permanecían en órbita durante minutos, dando vueltas a la luz, explica Fabian.

En un experimento, los investigadores emularon el cielo nocturno haciendo brillar una luz sobre una sábana blanca orientada hacia arriba y descubrieron que los insectos eran capaces de navegar por debajo de ella sin problemas. Si los insectos hubieran buscado la luz de forma inherente, se habrían estrellado contra la sábana, dijo Fabian.

“Los comportamientos de los insectos voladores en presencia de luz artificial cerca del suelo no son uniformes y son sorprendentemente complejos, de una forma que no se había documentado bien con anterioridad”, explica Floyd Shockley, director de colecciones del departamento de entomología del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington.

“Los insectos no vuelan directamente hacia la luz, sino que se orientan de tal manera que permanecen perpendiculares a ella, lo que da la ilusión de atracción”, añade Shockley, que no está relacionado con el estudio, por correo electrónico.

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