El futuro de ChatGPT, y de la inteligencia artificial, podría empezar a pender de un hilo tras una avalancha de demandas en una corte federal de Nueva York de las cuales el New York Times resalta entre la mayoría de los que se están enfrentando a Sam Altman y su chatbot.
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Una de las demandas contra Altman viene del medio The New York Times y otra es de un grupo de reconocidos novelistas como John Grisham, Jodi Picoult y George R.R. Martin. La tercera proviene de escritores de no ficción de gran éxito, incluido un autor de la biografía ganadora del Premio Pulitzer en la que se basó la exitosa película “Oppenheimer”.
Todas las demandas se centran en uso de material con derechos de autor
Cada una de las demandas presenta argumentos diferentes, pero todas se centran en que la empresa OpenAI, con sede en San Francisco, “ha creado este producto a partir de la propiedad intelectual de otras personas”, dijo el abogado Justin Nelson, quien representa a los escritores de no ficción y cuyo despacho también representa a The New York Times.
“Lo que OpenAI está diciendo es que tiene vía libre para adueñarse de la propiedad intelectual de cualquier otra persona desde el principio de los tiempos, siempre y cuando se encuentre en internet”, dijo Nelson.
The New York Times interpuso su demanda en diciembre, alegando que “ChatGPT y el chatbot Copilot de Microsoft compiten contra los mismos medios con los que se entrenan y desvían el tráfico web del periódico y de otros dueños de derechos de autor que dependen de los ingresos publicitarios que generan sus sitios para seguir produciendo su periodismo”. Incluso, según recogió el medio The Independent, presentó evidencias de que los chatbots repetían artículos del Times palabra por palabra.
OpenAI y Microsoft, por su parte, no se han pronunciado con contraargumentos formales sobre estos casos, pero OpenAI si hizo una declaración pública esta semana sobre la demanda de The New York Times, que calificó como “sin mérito” y señaló que la capacidad del chatbot para repetir textualmente algunos artículos era una “inusual falla”.
“El entrenamiento de modelos de inteligencia artificial con materiales de acceso público en internet es un uso legítimo, como demuestran precedentes antiguos y ampliamente aceptados”. También insinuó que The New York Times “ordenó al modelo que lo reprodujera o seleccionó sus ejemplos de entre muchos intentos”.