LONDRES (AP) — Durante su primer mandato, Donald Trump impulsó cambios políticos en Medio Oriente al reconciliar a Israel y Arabia Saudita, y ahora todos los ojos están puestos en cómo intervendrá en los conflictos de la región entre Israel y Hamás en Gaza, y con Hezbollah en Líbano.
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Al menos el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se mostró contento y calificó a la victoria electoral del republicano como “el mayor regreso de la historia”.
“Su histórico regreso a la Casa Blanca ofrece un nuevo comienzo para Estados Unidos y una poderosa reafirmación de la gran alianza entre Israel y Estados Unidos. ¡Es una enorme victoria!”, escribió en redes sociales.
¿Cómo es la relación entre Donald Trump y Benjamin Netanyahu?
Trump y Netanyahu, un nacionalista conservador como él, tuvieron una estrecha relación durante el primer mandato del presidente electo. Incluso Estados Unidos decidió mover su embajada desde Tel Aviv a Jerusalén, una medida polémica que va contra consenso internacional de que el estatus de la ciudad debe ser parte de las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Pero los vínculos entre Trump y Netanyahu se agriaron cuando el primer ministro israelí felicitó a Joe Biden por ganar las elecciones presidenciales del 2020, algo que insólitamente el republicano todavía no acepta.
En los últimos meses, la relación entre Biden y Netanyahu se ha deteriorado por la guerra en Gaza y porque en la Casa Blanca han criticado algunas las trabas de Israel para alcanzar un cese al fuego.
El círculo íntimo de Netanyahu espera que Trump dé a Israel mano libre contra sus enemigos, pero el presidente electo es famosamente impredecible, y el líder israelí enfrenta una fuerte oposición en su país. El martes, destituyó al popular ministro de Defensa Yoav Gallant en medio de divisiones sobre la conducción de la guerra, un sorpresivo anuncio que provocó protestas en todo el país.
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A su vez, Hamás emitió un breve comunicado diciendo, “nuestra posición sobre el nuevo gobierno de Estados Unidos depende de sus posiciones y comportamiento práctico hacia nuestro pueblo palestino, sus derechos legítimos y su causa justa”.
¿Profundas divisiones con líderes europeos?
Los líderes europeos felicitaron de inmediato a Trump, algunos más efusivamente que otros, incluso antes de que se declarara oficialmente su victoria.
El primer ministro británico, Keir Starmer, dijo que fue una “victoria electoral histórica” y señaló que “como los aliados más cercanos, Reino Unido y Estados Unidos continuarán trabajando juntos para proteger nuestros valores compartidos de libertad y democracia”.
Al igual que los gobiernos de los aliados de Estados Unidos en todo el mundo, el gobierno de centroizquierda británico ha trabajado arduamente para forjar lazos con Trump y su equipo. Starmer cenó con él en la torre que lleva el nombre del magnate en septiembre.
El presidente centrista de Francia, Emmanuel Macron, ofreció felicitaciones, “respeto y ambición”. El canciller socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, felicitó a Trump y dijo que quería mantener vínculos cercanos, aun si “seguramente muchas cosas serán diferentes en una administración liderada por Donald Trump”.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, cuyo gobierno liderado por la extrema derecha es políticamente cercano a Trump en algunos aspectos, dijo que Italia y Estados Unidos tenían un “vínculo estratégico, que estoy segura, ahora fortaleceremos aún más”.
Los líderes europeos están ansiosos por enfatizar que la relación transatlántica trasciende a los políticos individuales, pero las inclinaciones económicas proteccionistas de Trump provocan preocupación. En su último mandato, impuso aranceles al acero y al aluminio europeos, sacudiendo la economía del bloque.
Los populistas de Europa recibieron con beneplácito la victoria de un político al que consideran un espíritu afín.
“Lo amenazaron con la cárcel, le quitaron sus propiedades, quisieron matarlo… y aun así ganó”, dijo el primer ministro nacionalista de Hungría, Viktor Orbán.
El jueves, Orbán celebrará una cumbre en Budapest para unos 50 líderes europeos, muchos de los cuales se sienten mucho más aprensivos por el impacto de una segunda presidencia de Trump en la economía y seguridad de Europa.