La comedia dramática de Sean Baker, protagonizada por Mikey Madison (Better Things, Érase una vez en Hollywood), cuenta la historia de una stripper neoyorquina que obtiene más de lo que esperaba cuando se casa con el hijo de un oligarca ruso.
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Baker es el primer cineasta estadounidense que gana la Palma de Oro desde Terrence Malick, que la obtuvo por El árbol de la vida, en 2011.
Al recoger su premio, Baker habló desde el podio de la importancia de la experiencia cinematográfica. “Ver una película con otras personas en una sala de cine es una de las grandes experiencias comunitarias”, dijo Baker. “Compartimos risas, penas, enfados, miedos y, con suerte, hacemos catarsis con nuestros amigos y desconocidos. Por eso digo que el futuro del cine está donde empezó: en una sala de cine”.
En el reparto de cartas, Anora, de Sean Baker, se lleva el as, porque entretener y hacer reír en la Sección Oficial con una película es un propósito maldito, porque aquí se viene, seas público, crítico o jurado, a todo menos a divertirse con el cine. Supongamos que Anora es una comedia, y de hecho podría ser una screwball del siglo XXI, con un personaje femenino, una prostituta, de la que se encapricha el hijo tonto de un multimillonario ruso, mientras está de vacaciones en Nueva York durante unas semanas.
Por un momento, podría confundirse con Cenicienta, o con Pretty Woman, pero Sean Baker, el director de The Florida project y Red Rocket, es un tipo que no se anda con cuentos y organiza una historia llena hasta desbordar: con gracia, con cinismo, con prostitutas, con gángsters, con vicios y virtudes, con sentimientos, bad slime, acción, dinero sucio, dinero asqueroso, sexo duro y sexo entrañable. ..., una película tan completa que todos ganan, los buenos y los malos.
“Compartimos risas, penas, enfados, miedos y, con suerte, hacemos catarsis con nuestros amigos y desconocidos. Por eso digo que el futuro del cine está donde empezó: en una sala de cine”.
— Sean Baker, director de cine
La protagonista es Mikey Madison, sólo conocida por algunas películas de segunda fila, y que aquí hace un trabajo fantástico y mima al protagonista (Mark Eydelshteyn), al coprotagonista (Yuri Aleksandrovic), al espectador y al lobo de Caperucita Roja si estuviera en el cuento . Gran precisión dramática y cómica para construir su personaje entre lo ambicioso y lo digno. Y además, el regimiento de husmeadoras “feministas” tiene mucho más que husmear aquí que en todos esos tópicos en los que suelen revolcarse. Premio de interpretación para ella.
Anora, la ganadora, decíamos, termina con una mención y homenaje a Jesús Franco. Sean Baker, el director de ésta y de joyas como Tangerine y Florida Project, nos cuenta que tuvo presente al cineasta español durante toda la producción de la que desde ahora y para siempre es, como ya se ha dicho, la Palma de Oro de Cannes. Le interesa la forma clara y sin ambigüedades de tratar el sexo porque, en su opinión, en materia de sexo estamos perdiendo el norte. ¿Por qué tanto puritanismo con el sexo y tanta ligereza con, por ejemplo, la violencia? se pregunta Baker siempre que tiene ocasión. Y lo dice para dar sentido a su propia visión, a la vez frontal y desnuda de cuerpos, pero rigurosamente ética e incluso moral.
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Y, de hecho, si por algo se distingue Anora en el papel de la actriz Mikey Madison es por su claridad, por su falta de prejuicios, por su simple y sencilla libertad. Por eso y por su capacidad para cambiar los lugares comunes, para discutir la parte más conformista de la mirada. Se cuenta la historia de todas las historias, la de “Cenicienta”. Una trabajadora del sexo conoce un día a un joven y descerebrado heredero de una fortuna, pero no de una fortuna cualquiera, sino de una fortuna rusa, de esas con jet privado y oro empastado. Y así hasta que la carroza vuelve a ser lo que siempre fue.
Toda la película se mueve en un equilibrio inestable entre lo esencial de lo que muestra y lo profundamente serio de todo lo que oculta: si es la explotación de los cuerpos, si es el consumo depredador, si es toda la sociedad la que se consume. Es una comedia hasta que deja de serlo. Es romántica hasta que duele. También es muy triste en su euforia y muy bella en su sucia y silenciosa brutalidad. La Palma de Oro vuelve al cine estadounidense 13 años después, desde que Terrence Malick la ganara con El árbol de la vida, y está bien que así sea.
Premiados
Los honores también fueron para Miguel Gomes, que ganó el premio al mejor director por Grand Tour; el conjunto interpretativo femenino de la comedia musical Emilia Pérez se llevó el premio a la mejor actriz por todo el reparto: Adriana Paz, Zoe Saldana, Karla Sofía Gascón y Selena Gomez; el premio al mejor actor fue para Jesse Plemons por Kinds of Kindness; y Coralie Fargeat ganó el premio al mejor guión por The Substance.
Emilia Pérez también ganó el premio del jurado; All We Imagine as Light fue la ganadora del gran premio; el premio Cámara de Oro a la mejor ópera prima se lo llevó la película Armand, dirigida por Halfdan Ullmann Tøndel; Nebojša Slijepčević ganó la Palma de Oro al cortometraje por The Man Who Could Not Remain Silent; y el premio especial se concedió a Mohammad Rasoulof por “The Seed of the Sacred Fig”.
El certamen de este año se vio ensombrecido después de que el gobierno iraní acusara a Rasoulof de crear propaganda contra el régimen poco después de que Cannes seleccionara su película para la competición de este año. El thriller se centra en un juez del Tribunal Revolucionario de Teherán que lidia con la paranoia en medio de intensas protestas políticas. El director fue condenado a ocho años entre rejas, además de azotes y una multa.