En octubre de 2019 el ya fallecido expresidente de Chile Sebastián Piñera decía que el país era “un oasis” en una Latinoamérica convulsionada. Una visión que también llevó a miles de familias de países vecinos (y no tan cercanos) a buscar en esta tierra austral nuevas oportunidades. Pero el estallido social de ese mismo mes y los efectos económicos de la pandemia que comenzó el año siguiente tienen al país con un presente bastante diferente, donde la migración es un tema recurrente y en medio del cual surge “Travesías: Historias de niñas y niños migrantes y refugiados en Chile”.
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“Mi mamá ha tenido muchos planes de irse a Venezuela de nuevo, pero yo no estoy nada de acuerdo, me quiero quedar a vivir acá”
— Osmary, joven venezolana
El mediometraje, que participará en festivales internacionales, se presentó este martes en la escuela República de Colombia, uno de los tres establecimientos donde se hicieron las grabaciones en la comuna de Santiago.
La producción de Tormento Films, financiada por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) y Open Society Foundation, es un documental en el que estudiantes de distintas edades y nacionalidades llegados de países como Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela, República Dominican o Haití, relatan sus experiencias para llegar y vivir en Chile.
“Cuando yo llegué recién a Chile las personas me hacían bullying por mi color de piel, pero yo creo que ellos me trataban así porque nunca habían visto a personas de mi color”, cuenta Ibeca de República Dominicana, mientras que Aranza de Venezuela recuerda la partida de su país: “migrar es una cosa muy difícil, porque es acostumbrarte a otro lugar, alejarte de tu familia”.
“Acá he podido conseguir amigos, cultura y educación. De Chile me gusta su geografía, sus lagos, sus ríos”
— Meylin, hija de migrantes ecuatorianos
El documental narrado en forma coral, también cuenta con testimonios de jóvenes chilenos: “Llegaron muchos haitianos y no compartía tanto con ellos. En ese tiempo era otra mentalidad la que tenía, pero ha avanzado el tiempo y han ido llegando extranjeros como venezolanos, colombianos, ecuatorianos y ahí como que empecé a mentalizarme que somos todos iguales”, recuerda Lucas.
La directora nacional del SJM, Waleska Ureta, dijo a Publimetro que este trabajo “refleja lo que queríamos mostrar y cómo queríamos mostrarlo. Era muy importante que los niños fueran protagonistas y no hubieran adultos hablando por ellos”.
“Los niños fueron los más generosos de poder compartir sus historias personales… este es un acto de justicia y reivindicación por lo que están viviendo los niños y niñas en el mundo entero”
— Waleska Ureta, directora del Servicio Jesuita a Migrantes
Ureta recalcó que “son niños que están insertos en espacios educativos, que es una buena noticia porque es mostrar cómo la inclusión aporta de alguna manera a reparar estas travesías que la mayoría de las veces son forzadas”.
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Metro habló con Pilar Gil, directora del documental que ya se encuentra disponible para su visualización en las redes sociales del SJM, para saber más sobre su realización.
40 minutos
de duración tiene el documental “Travesías: Historias de niñas y niños migrantes y refugiados en Chile”
Mira el documental en Youtube:
El documental aborda la forma en que niños, niñas y adolescentes migrantes le dan sentido a una experiencia que no eligieron. En su espacio escolar, rememoran un viaje lleno de desafíos: el duelo de dejar su tierra, el miedo, la soledad, la discriminación. A su vez, nos muestra cómo han podido adaptarse, qué experiencias y personas los han marcado y qué han aprendido: ahora son más fuertes que antes. No elegimos migrar, pero decidimos cómo salir adelante.
4 preguntas a…
Pilar Gil, directora de “Travesías: Historias de niñas y niños migrantes y refugiados en Chile”
1. ¿Cómo se eligió a los niños que participaron del documental?
–Primero realizamos un proceso de observación en los diversos colegios, acompañados por los profesores quienes nos fueron guiando hacia distintos talleres y actividades que realizaban. De a poco fuimos conversando, conociéndonos y generando un vínculo que nos ayudó a identificar a aquellos niños que tenían ganas de participar, que para nosotros era muy importante. Y de a poco fuimos teniendo claro cuáles eran las historias que queríamos registrar, pero como digo fue un proceso mutuo, entre el equipo y los estudiantes que nos permitieron contar sus vidas.
2. En el documental una niña dice “todos queremos volver” (a sus países). ¿Qué significado tiene esta frase en el contexto de la migración en Chile y Latinoamérica hoy?
–Creo que esa frase es muy importante porque la migración es un proceso muy difícil y que tampoco es definitivo, porque migrar es estar en movimiento y no necesariamente quedarse en un lugar. Es una búsqueda por estar mejor. Y cuando llegan a un lugar, existe también la posibilidad de que la adaptación no sea tan fácil y que tiendan a soñar con ir a otros lugares que quizás les ofrecen más posibilidades. Eso va a depender de cada experiencia, lo cual también es sumamente válido.
3. Un visionario estadounidense del siglo pasado, Buckminster Fuller, escribió que “los Estados nacionales son los coágulos de sangre de la civilización”. ¿Qué piensas de esa frase después de hacer este documental?
–Pienso que la migración es un fenómeno histórico, que ha estado siempre presente. Si buscamos en nuestras raíces, nos vamos a dar cuenta de que provenimos de corrientes migrantes, de personas que buscaron un mejor futuro para subsistir. Y por eso muchos de nosotros hoy estamos acá, por el valor de proteger la vida. Ahora, cuando eso se olvida, cuando creemos que los estados son inamovibles, que sólo pertenecen a quienes radican físicamente en ellos, se generan discursos de desintegración, muchas veces de odio, que despiertan experiencias tan nefastas como el nazismo. Para evitar esas confrontaciones, como personas estamos invitados a comprender un poco más allá de nuestro metro cuadrado y darnos cuenta que los seres humanos son muy complejos, pero que tienen un objetivo común: buscar la subsistencia de la forma más armónica posible. De otra manera, estamos oponiéndonos a nuestra propia naturaleza de adaptación, que es lo más maravilloso que tenemos.
4. Hiciste un documental con niños en África. ¿Qué diferencias y similitudes ves con los de Latinoamérica?
–En África, específicamente en Ghana, donde realicé el docunetal, las estructuras sociales son mucho más conservadoras con estructuras que se han mantenido inamovibles durante siglos. Entonces ellos ocupan un lugar muy diferente a los niños Latinoamericanos. Tienen muchas más responsabilidades en contribuir a la economía familiar, aprender oficios desde muy pequeños, incluso trabajar para asegurar la subsistencia. Pero además, son niños con cualidades excepcionales, de mucha destreza física y mental. Pero dentro de su estructura son poco escuchados en sus deseos. Son los adultos los que tienen voz. Pero esos son procesos culturales muy distintos que tenemos que aprender a mirar y respetar, más que imponer nuestro propio punto de vista occidental.