Han pasado ya 20 años desde que se publicó la última novela de Gabriel García Márquez, “Memoria de mis putas tristes”. Sin embargo, el legado del autor original de Aracataca, Colombia, no terminó ahí, y en este 2024 los lectores podrán tener
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Y es que existe otro trabajo del que poco se sabía y que tan solo figuraba en los archivos del escritor que atesora en sus instalaciones el Harry Ransom Center, de la Universidad de Texas. Una obra en la que el ganador del Nobel de Literatura estuvo trabajando durante sus últimos años de vida y que constaba de hasta cinco borradores.
“En agosto nos vemos”
Tras revisar ese material, la familia consideró que los borradores contenían la esencia del escritor que ha cautivado a tantos y tantos lectores a lo largo de décadas. Tan sólo hacía falta la puesta a punto de Cristóbal Pera, quien editó los dos últimos libros que García Márquez publicó en vida, para que surgiera su novela póstuma “En agosto nos vemos”.
“No está totalmente terminado por Gabo, no está tan pulido como sus más grandes libros”, afirmó este martes su hijo, Rodrigo García, al presentar el libro en la sede del Instituto Cervantes, en Madrid. “Pero, como decimos en el prólogo, definitivamente tiene muchas de las características sobresalientes de Gabo: una prosa preciosa, el conocimiento del ser humano, poder de descripción”, añadió.
Venta del libro
La novela sale oficialmente a la venta este miércoles 6 de marzo, jornada en la que García Márquez habría cumplido 97 años, y pretende cautivar a los lectores con un relato que se sumerge en el universo femenino a través de su protagonista, Ana Magdalena Bach, quien sirve de hilo conductor para abordar temas como la sexualidad o el deseo.
Rodrigo y Gonzalo García, hijos del escritor, fueron los responsables de presentar el libro ante los medios de comunicación en Madrid. Un material en el que García Márquez estuvo trabajando varios años hasta que empezó a sufrir los efectos de la demencia senil. Concretamente, estuvo inmerso en “encajar todas las piezas y correcciones” hasta el verano de 2010, según Cristóbal Pera.
“No se ha agregado nada que no estuviera en los múltiples originales que dejó de esta novela”, señaló Gonzalo García al ser cuestionado sobre si la obra hallada en los borradores estaba incompleta. “La novela estaba un poco dispersa en un número determinado de originales, pero estaba completa”.
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El principal problema que enfrentó la obra fue la pérdida de memoria del autor colombiano, que mermó su confianza en el trabajo y llegó a asegurar a sus hijos que “el libro no sirve”, recordaron sus vástagos en la rueda de prensa.
“Si Gabo hubiera estado mejor de sus facultades el mismo libro no existiría”, dijo Rodrigo García. “Él nunca guardó libros no editados; todo libro que no terminaba y con el que no estuviera satisfecho era destruido”, razonó García. “Entonces, el hecho de que no destruyera este libro creo que también es síntoma de que se le volvió un poquito indescifrable. Un Gabo totalmente en sus cabales hubiera: o terminado el libro, o lo hubiera destruido”, sentenció.
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