Antes de tomar decisiones, que pueden influir en cualquier aspecto de la vida, debes analizar con cautela los pro y contras. Por ejemplo: dejar a un lado el ejercicio, de un momento a otro, puede incidir en plena salud.
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Especialistas sostienen que prevalecen consecuencias desfavorables cuando el cuerpo está acostumbrado a realizar ejercicio y, de pronto, no se moviliza con frecuencia, como lo hacía regularmente.
“Algunos procesos fisiológicos y bioquímicos se ven afectados, como el hecho de quemar grasas y que la musculatura crezca. Además, hay mayor riego sanguíneo y se producen gran cantidad de hormonas como la adrenalina o las endorfinas, que provocan una sensación de bienestar”.
Entonces, “cuanto más deporte se hace, más se acostumbra el cuerpo al estado de placer. Pero si se abandona de golpe, ocurre lo contrario”, particularmente.
¿Qué pasa al no hacer ejercicio?
“Después de varios meses sin hacer ejercicio y no comer saludablemente, subiremos de peso. Además, se corre el riesgo de padecer enfermedades como presión sanguínea elevada, colesterol alto, depresión o insomnio”.
Luego, “una vez se deja de hacer ejercicio como una disciplina, las personas tienden a salir más y comer de manera más desordenada. En este momento se ingieren más grasas y la alimentación ya no es un hábito saludable”, convirtiéndose en algo sumamente peor.
Los hábitos se modifican. “Una vez se deja el ejercicio, las personas se mueven igual o más, ya que hacen las mismas u otras actividades, pero no es suficiente como lo es el ejercitarse. Además de un entrenamiento que optimice y mejore la calidad de vida, se debe adoptar hábitos saludables como sustituir el auto por la bicicleta, cambiar el ascensor por las escaleras, nadar, hacer caminatas”, entre otros.
Complejidad para dormir
Conciliar el sueño es una complejidad cuando se deja de hacer ejercicios, empujando a la aparición de males como es el caso del insomnio.
