La neuroarquitectura es una rama común entre la arquitectura y la psicología, que se enfoca en el estudio del espacio construido, las señales que el sistema nervioso emite al cerebro a consecuencia del estímulo obtenido mediante la percepción de dicho espacio.
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El dormitorio es una de las estancias claves en la vivienda, pues dedicamos al descanso en muchas horas del día y, en el caso de los niños y niñas, permanecen más tiempo pues juegan, estudian, leen y sienten un espacio para ellos mismos.
En función de cómo estén construidos y ordenados estos espacios nos sentiremos mejor o peor. La decoración, la luminosidad, la forma del mobiliario, los colores, las texturas, entre otros, todo ello impulsa a sentir de una manera u otra al entrar y permanecer en un espacio cerrado.
Por esta razón, la neuroarquitectura quiere diseñar de una forma saludable que vele por el bienestar de las personas.
Salud y neuroarquitectura
La salud y la neuroarquitectura se relacionan directamente. La conexión con la naturaleza es fundamental para nuestra salud física y mental. De hecho, está comprobado que los espacios de interior con plantas y espacios verdes reducen el estrés y liberan la mente.
Una construcción moderna debe incorporar elementos naturales como la luz natural, plantas y vistas al aire libre. Por otra parte, el espacio construido debe ser adaptable y flexible para satisfacer las necesidades cambiantes de las personas.
Incluye desde la posibilidad de reorganizar los espacios según las necesidades y la implementación de tecnologías, que permitan adaptarse a los tiempos y a las nuevas mejoras que trae el progreso.
Existen factores que inconscientemente repercuten en nuestro sistema neurológico y depende entonces nuestro estado de ánimo en el espacio; factores como luz natural o artificial, luz tenue, paredes blancas u oscuras, espacio amplio o reducido son algunos de los que se pueden mencionar, de gran relevancia para nuestro confort.
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Diseño
El Instituto Europeo de Estudios Empresariales (INESEM) explicó, por ejemplo, que “en un estudio realizado por la Universidad de Texas, se demostró que el diseño de los hospitales tiene un impacto significativo en la recuperación de los pacientes”.
De tal modo, “los pacientes que se encontraban en habitaciones con ventanas que permitían la entrada de luz natural, vistas de la naturaleza y colores relajantes se recuperaron más rápido y necesitaron menos medicamentos para el dolor que los pacientes que se encontraban en habitaciones más sombrías o con vistas menos sosegadoras”, reveló.