A pesar de lo vulnerables que son los residentes de hogares de ancianos a enfermedades graves y a la muerte por la enfermedad, la mayoría de ellos nunca recibieron medicamentos que salvan vidas, incluido Paxlovid, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos en mayo de este año, después de más de un año de uso generalizado bajo el Autorización de uso de emergencia.
Menos del 18 % de los residentes de hogares de ancianos que padecían la infección por COVID-19 recibieron medicamentos antivirales o de anticuerpos monoclonales para combatir la enfermedad mortal.
Nuevo estudio
Los autores del nuevo estudio calificaron el bajo uso de medicamentos para el COVID-19 como “particularmente alarmante”, según un comunicado de prensa.
Los investigadores examinaron los registros desde mayo de 2021 hasta diciembre de 2022, durante los cuales hubo 763 340 casos de COVID-19 en 15 092 asilos de ancianos en los EE. UU. Pero solo 136.066 de esos ancianos enfermos, o el 17,8%, fueron tratados con medicamentos que podrían salvarles la vida.
Quizás lo más impactante sea el hecho de que para fines de 2022, más del 40 % de los hogares de ancianos nunca habían usado ninguno de los tratamientos antivirales disponibles.
Asilos
Los asilos de ancianos con fines de lucro “con una mayor proporción de Medicaid y residentes no blancos tenían menos probabilidades de usar antivirales que podrían salvar vidas”, reveló la investigación, “al igual que… instalaciones de menor calidad”.
Estos hechos sombríos “probablemente contribuyeron a las disparidades en las hospitalizaciones y muertes por COVID”.
Publicado en el Journal of the American Medical Association, la investigación fue dirigida por expertos del Centro Médico de la Universidad de Rochester y la Universidad de Harvard.
A los residentes de hogares de ancianos, especialmente a los del estado de Nueva York, les fue mal durante la pandemia de COVID-19.
A principios de 2020, durante la administración del entonces gobernador. Andrew Cuomo, el Departamento de Salud de Nueva York emitió una directiva que requería que los hogares de ancianos readmitieran a los residentes que dieron positivo por el coronavirus.