El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha publicado un informe sobre la gestión de los desafíos demográficos globales, en el que plantea el modo de luchar contra el alarmismo que suscita la demografía y, al mismo tiempo, defender los derechos reproductivos sin influir en las tasas de fecundidad para alcanzar objetivos concretos.
El documento, que indica que la población mundial alcanzó los 8.000 millones de personas en noviembre pasado y que India superará este año por primera vez la población de China, desmonta algunos mitos sobre las posibles consecuencias de una cifra tan elevada y aboga por medidas que generen un cambio de mentalidad de la gente, empoderen a la mujer y protejan sus derechos.
Catástrofes climáticas
Nacen demasiadas personas, es irresponsable tener hijos en un mundo de catástrofes climáticas o hay que establecer una tasa de fecundidad, son algunas de las creencias que rebate el informe publicado hoy por el UNFPA, en el que este organismo subraya que la planificación familiar no debe ser una herramienta demográfica.
“La reproducción humana no es ni el problema ni la solución. Cuando situamos la igualdad de género y los derechos en el centro de nuestras políticas demográficas, somos más fuertes, más resilientes y más capaces de lidiar con los retos derivados de la rápida evolución de las poblaciones”, dijo Natalia Kanem, directora ejecutiva del UNFPA.
Ansiedad demográfica
En respuesta a quienes piensan que las tasas de fecundidad son la causa de males como las catástrofes climáticas, el hambre o las pandemias, la ONU indica que alcanzar los 8.000 millones de personas es señal de progreso.
Significa que más recién nacidos sobreviven, que más niños y niñas acuden a la escuela, reciben atención sanitaria y alcanzan la edad adulta, según el texto, que recuerda que muchos países han crecido debido a la migración.
Desde los años 50, el promedio de hijos que las mujeres tienen en todo el mundo se ha reducido en más de la mitad: de 5 a 2,3 pero eso no representa ninguna alarma sino que muestra que la gente cada vez ejerce más control sobre su vida reproductiva, según la ONU.
Medidas
La organización pide a los Gobiernos que eviten tanto medidas para frenar la natalidad como aquellas que buscan incrementarla, pues a menudo infringen los derechos y libertades de las mujeres a la hora de decidir.
“Oímos llamamientos en algunos países a limitar el tamaño de las familias. Otros gobiernos han prohibido los anticonceptivos gratis en hospitales públicos con el fin de impulsar la fertilidad, en otros países se urge a las mujeres con una fuerte retórica política a abandonar sus carreras y ser madres”, explicó en una conferencia de prensa Rachel Snow, demógrafa jefe del UNFPA.
Snow advirtió también contra ciertos incentivos económicos para tener hijos, apuntando que a menudo lo único que hacen es adelantar la maternidad para beneficiarse de ellos, pero a largo plazo no llevan a un mayor número de niños.
Según insistió, hay muchos razones por las que las familias pueden tener menos hijos de los que les gustaría, entre ellas el coste de la vivienda y la educación, la “doble carga” para las madres que trabajan o la desigualdad de género.
La reproducción debería ser una elección
El informe hace hincapié en que la reproducción debería ser una elección, algo que muchas veces no se cumple.
Indica, por ejemplo, que alrededor del 44 por ciento de las mujeres y niñas con pareja no tienen libertad para decidir sobre su cuerpo, que casi la mitad de los embarazos no son intencionales y que cada año medio millón de partos son de niñas de entre 10 y 14 años.
Recuerda que 2,1 hijos por mujer es el nivel de fecundidad llamado de “reemplazo”, es decir, la tasa media necesaria para que se mantenga la población, pero subraya que no hay que tomar esa cifra como una regla de oro, al considerarla un “objetivo erróneo e inalcanzable”.
ONU
La ONU destaca además que reducir las tasas de fecundidad no solucionará la crisis climática y muestra que cada vez más países adoptan políticas para aumentar, reducir o mantener la fecundidad de sus ciudadanos.
“Los cuerpos de las mujeres no deben estar sujetos a decisiones tomadas por gobiernos o personas ajenas”, concluye el documento.