Tanto como mamá y papá, demás familiares, son los encargados de proveer los regalos en Navidad, aunque según la tradición de la época sea San Nicolás, Santa Claus, Los Reyes Magos, Papá Noel, quien, el Niño Jesús, como se les prefiere denominar.
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De acuerdo con la procedencia, su cultura, los niños de tradición cristiana le piden a San Nicolás sus regalos. Para ello, hacen una carta, le colocan galletas y leche a fin brindar un refrigerio al momento de retirar la misma.
El Polo Norte es su dirección postal fija. No obstante, para los nórdicos y anglosajones se le conoce como Santa Claus. Papá Noel se le llama en el mundo latinoamericano.
Conforme a las leyendas, por allá en el siglo IV, en un obispo cristiano llamado San Nicolás se inspiró la historia, donde comenzó a abrirse camino con fuerza el cristianismo, sintetizó Tiempo Latino.
Los regalos en Navidad no llegan a todos
Los deseos de los niños se moldean por la diversidad socioeconómica en el área metropolitana, así como las expectativas. En la zona de Langley Park viven varias madres guatemaltecas. Entre ellas, Guadalupe Rojas, Juana Vásquez, Elubia Vásquez. Sus hijos recibirán, si acaso, un juguetito de una tienda de segunda mano.
En la Nochebuena, los “tamalitos” se comían en Guatemala. “Lo mismo hago para mis hijos y los regalitos les compro en las tiendas de cinco dólares”, contó Guadalupe Rojas.
En casa de Juana Vásquez reinan en esta época los tamales de arroz guatemalteco con chocolate. “En mi niñez ni pensar en escribir una carta. Nosotros no sabíamos de eso, yo ni siquiera fui a la escuela”. Mike Lucas, el menor de sus hijos, es el único que recibe “cualquier cosita nada cara”, comentó.
Por su parte, Elubia Vásquez, relató: “Éramos pobres, nunca me dieron un regalo. Con el nacimiento de Natali, Brian y Edras empezó la tradición. Antes les compraba cualquier juguetito y ropa. Los he criado para que no pidan lo que no está al alcance”.
Navidad mágica
Anteriormente, la navidad era mágica para muchas personas pese a no tener suficientes recursos económicos. Así lo afirma Elida García, quien rememora cómo fue la época suya.
“No sobraba dinero, pero había lo suficiente como para dibujarle una sonrisa”, precisó.
