Por primera vez en 30 años, Elsa Ávila, no volverá a la escuela cuando se reanuden las clases en pequeña ciudad de Uvalde, del suroeste de Texas.
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Ávila durante el atentado buscó su teléfono aterrorizada mientras sostenía su abdomen sangrante y trataba de mantener la calma frente a sus alumnos. En un mensaje de texto a su familia escribió: “Me dispararon”.
Nuevo curso escolar
El comienzo del nuevo curso escolar será diferente para ella, como para otros sobrevivientes del tiroteo del 24 de mayo en la Escuela Primaria Robb en el que murieron 21 personas, pues la maestra se ha enfocado en sanar, tanto física como mentalmente.
Algunos estudiantes han optado por las clases virtuales, otros por escuelas privadas. Muchos regresarán a los campus del distrito escolar de Uvalde, aunque la primaria Robb nunca volverá a abrir.
“Estoy tratando de buscarle el sentido a todo”, dijo Ávila en una entrevista en agosto, “pero nunca tendrá sentido”.
La cicatriz en su torso la hace llorar, pues es un recordatorio permanente del horror que vivió con sus 16 estudiantes mientras esperaban ayuda en su salón de clases durante una hora, cuando un hombre armado masacraba a 19 niños y dos maestras en dos salones contiguos.
Masacre
Minutos antes de que la maestra sintiera el dolor agudo de la bala que le atravesó el intestino y el colon, ella estaba apartando a los estudiantes de las paredes y ventanas y pidiéndoles que se mantuvieran cerca de ella.
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Un estudiante que estaba junto a la puerta para salir al recreo le dijo que algo estaba pasando afuera: la gente corría y gritaba. Mientras ella cerraba con llave la puerta del salón de clases, sus estudiantes se atrinceraron, como estaban entrenados para hacer.
Momentos después, el hombre armado irrumpió en su pabellón de cuarto grado y comenzó a disparar antes de ingresar a las aulas 111 y 112.
Luego sucedió y ella logro enviar un mensaje de auxilio diciendo que estaba herida.
