Los contagios por la nueva subvariante de Ómicron, BA.5, tiene en jaque a Estados Unidos, ya que siguen aumentando las cifras, por lo que varias ciudades se encuentran en estado de emergencia, como Los Ángeles, California.
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Funcionarios de salud se mantienen en alerta, ya que los niveles de infección han alcanzado cifras que obligarían al regreso del uso de mascarilla.
El pasado 14 de julio se presentaron cifras en las que se detalló que va en aumento el promedio de hospitalizaciones, al sumar 10.5 por ciento más por cada 100 mil residentes.
Estos números superaron lo establecido de actividad alta, por lo que los centros de control han hecho un llamado de atención a la ciudadania.
Incluso, la directora de salud de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, sentenció que si las cifras continúan aumentando, habría que volver al uso obligatorio de mascarilla en espacios interiores, que entraría en vigencia el próximo 29 de julio.
Este tipo de medias ayudaría a que la propagación del virus no se extienda, y así el número de personas hospitalizadas se reduzca.
Pese a que la ciudad se puso en estado de emergencia, Ferrer se mostró positiva y aseguró que se está a tiempo de que no ocurra una catástrofe.
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“Nunca es demasiado tarde para revertir el rumbo. Es difícil imaginar que dentro de dos semanas la métrica de datos hospitalarios caerá. Nuestra esperanza es que la gente siga adelante y haga todo lo posible para cumplir”, sentenció la directora.
Aunque la situación está empeorando, no se clausurarán actividades en áreas cerradas, como gimnasios y deportivos.
A diferencia de Ómicron, las variantes BH.5 y BH. 4 suelen ser más contagiosa, con síntomas que van desde fiebre, dolor de cabeza y garganta, tos, mocos y dolor muscular, y menos frecuentes como sudoración nocturna, lumbalgia e incluso nauseas.
