El sector lamenta que está «ahogado en impuestos» que amenazan a la viabilidad económica de las centrales
MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
La energía nuclear perdió en 2021, en favor de la eólica, el primer puesto del ranking de la generación eléctrica en España después de ocuparlo durante diez años consecutivos, aunque sigue produciendo la quinta parte (20,8 por ciento) del total, según ha informado el presidente del Foro de la Industria Nuclear, Ignacio Araluce.
«En los últimos diez años éramos la tecnología que más ha producido y este año somos los segundos, lo cual nos alegra: La primera ha sido la eólica», ha apuntado Araluce, que ha elogiado el avance de las energías renovables en el marco de la transición ecológica pero ha defendido el papel fundamental de la nuclear en ese proceso.
Así lo ha manifestado este miércoles durante la presentación del informe ‘Resultados nucleares de 2021 y perspectivas de futuro», donde ha precisado que con un 6,31 por ciento (7.398,7 MW) de toda la potencia instalada en España (112.000 MW), los siete reactores nucleares operativos en la actualidad generaron 54.040 gigawatios hora, durante el 86,7 por ciento de las horas del año.
En ese contexto, el representante del sector ha defendido la «esencial» contribución de la energía nuclear al sistema eléctrico nacional, ya que funciona con «las máximas garantías de seguridad», y proporciona un suministro eléctrico «firme, continuo y estable» así como su relevante papel en el marco de la transición energética, dado que su producción evitó a la atmósfera 20 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, el equivalente al 35% del parque automovilístico nacional.
«La energía nuclear todavía sigue siendo importantísima porque es una potencia base, estable, esperable, produce a todas hora y no tiene estos vaivenes. Por eso somos absolutamente necesarios en la transición energética», ha argumentado Araluce, que ha destacado que el 68,5 por ciento de la generación eléctrica española fue libre de emisiones de CO2, un 1,5% más que en 2020 y a ese dato, la nuclear aportó el 30,36% de la electricidad sin emisiones.
La explicación de la pérdida del primer puesto se debe en palabras de Araluce a que mientras la nuclear mantiene la misma potencia instalada y la producción, si las renovables aumentan su potencia «irán creciendo; es lógico». A ello se suma que de los siete reactores operativos, en 2021 coincidieron las paradas programadas de seis de ellas pero vaticina que en 2022 aumentará las horas de generación.
Por otro lado, ha señalado que en 2021 se renovaron las autorizaciones de explotación de las centrales de Ascó I y II (Tarragona) y Cofrentes (Valencia).
En cuanto al contexto energético, ha celebrado las «numerosísimas ventajas» de las renovables: combustible gratuito, coste de instalación bajo y la producción rentable, frente a la «desventaja» de su intermitencia. Así, ha incidido en que la eólica produjo 2.100 horas del año y la fotovoltaica 1.400 horas ante las casi 8.000 de la nuclear. De este modo, ha apuntado que para suplir una central, sería necesario instalar casi seis veces la potencia actual instalada en energía fotovoltaica y solucionar los «problemas de regulación y almacenamiento».
En términos europeos, el presidente del Foro de la Industria Nuclear española califica de «espaldarazo» a dicha tecnología la propuesta de la Comisión Europea del 31 de diciembre que incluye la nuclear dentro de la taxonomía «no como verde, sino como necesaria en la transición energética».
«Ahora nos consideran absolutamente necesarios durante la transición», celebra Araluce, que explica que ese cambio supone mantener el parque nuclear pudiendo acudir a los mercados para acceder a la financiación necesaria para su operación y mantenimiento.
A su juicio, en Europa con la energía nuclear se está produciendo un «movimiento que antes no existía» y ve con alegría que se estén dando pasos para la construcción de nuevas centrales en todo el mundo.
Por otro lado, ha observado como a consecuencia de la guerra en Ucrania los países ven en esta tecnología como «muy importante» desde el punto de vista estratégico para reducir la dependencia del exterior a menor riesgo que otras energías ya que el impacto en el precio del combustible no llega en este caso al 10% frente al casi 90% del gas o el carbón. Más allá de Europa asegura que la energía nuclear «goza de muy buena salud en el mundo».
ESPAÑA, DIFERENTE AL RESTO
Sin embargo, ve de manera diferente el contexto en España donde el plan de cierre de las centrales nucleares, pactado entre las empresas titulares y la empresa nacional de residuos encargada de su desmantelamiento, Enresa, establece el cierre de las plantas entre 2027 y 2035.
En este marco temporal de poco más de una década, observa como principales retos lograr garantizar la estabilidad económica de las centrales pues asegura que en este momento están «ahogadas en impuestos» y no saben al precio que se podrá vender su energía en los próximos años. «Nos preocupa la estabilidad económica de las centrales nucleares», ha advertido durante la encuentro.
Araluce ha comentado que el coste de generación nuclear es de unos 60 euros el megawatio aproximadamente, pero los propietarios tienen vendida su producción de este y del próximo año a 70 euros megawatio.
De ese modo, ha sentenciado que las nucleares no están ganando los beneficios caídos del cielo (wind fall profit) «ni se están forrando» y, a pesar de ello tienen el compromiso establecido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de seguir operando hasta su cierre. «Es muy difícil comprometerse si la viabilidad no está garantizada. Los impuestos siguen estando altísimos y no sabemos a qué precio podremos vender la energía en el futuro», advierte Araluce que vaticina que no podrán operar a pérdidas por sistema.
Tanto es así que el sector ni se atreve a pedir la extensión del calendario de cierre, aunque ha dudado que este pueda cumplirse. Por otro lado, ha mostrado su «asombro» ante el nuevo borrador del VII Plan Nacional de Residuos Radiactivos que eleva en más de 2.000 millones de euros el precio pactado por la gestión de los residuos entre los titulares de las centrales y el Gobierno.
«Los costes han subido y no sabemos por qué. Las centrales nucleares llegaron a ese acuerdo de seguir produciendo en ese tiempo con una tasa basada en unos costes determinados, pero ahora, en mitad de la jugada hay que pagar más. Eso no puede ser», ha denunciado.
De cara al futuro desmantelamiento, ha recordado que este corresponde al Gobierno y a Enresa, mientras a las centrales les compete pagar y no entiende que ahora se esté contemplando una alternativa al almacén temporal centralizado (ATC), según estaba previsto, como es los ATD, que supondría instalar un almacén en cada emplazamiento hasta 2073, cuando el plan prevé que esté listo el almacén geológico profundo (AGP) donde los residuos descansarán definitivamente.
Asimismo, critica que, si el borrador del plan estima tener resuelto el emplazamiento para el AGP en 2040 y un plazo de construcción de diez años, haya que mantener en siete emplazamientos los residuos nucleares hasta 2073, sin poder liberar hasta entonces los terrenos de las centrales.
En todo caso, aunque ha dejado claro que esa opción al sector no le parece bien, ha recordado que la responsabilidad del tratamiento de los residuos le corresponde al Estado y a los titulares pagar pero advierte: «No vamos a pagar más de lo que acordamos y estos incrementos son extracostes que no se deben a la actividad de las centrales sino a otras cuestiones».