La proximidad de las legislativas coloca al país en una carrera contrarreloj en medio de una de las peores crisis de su historia
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MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
El acuerdo preliminar alcanzado el jueves entre Líbano y el Fondo Monetario Internacional implica la puesta en marcha de una dura reforma económica que podría debilitar todavía más a las autoridades de Beirut, que llevan años intentando lidiar con la parálisis política y las protestas públicas contra una de las peores crisis económica de su historia.
Los aproximadamente 3.000 millones de dólares ofrecidos por el FMI en el plazo de los cuatro próximos años implican una completa reestructuración de su sector bancario –auditorías a sus 14 bancos principales incluidas– así como de la deuda nacional, pasando por la adopción de un tipo de cambio unificado y controles formales de capital, según se pudo extraer de los discursos de los líderes nacionales tras el acuerdo preliminar.
Hay que subrayar que la firma de ayer no activa inmediatamente un acuerdo que deberá someterse a la aprobación del Parlamento libanés, recuerda el ‘L’Orient le Jour’, cuatro años después de la fallida conferencia de París, cuyos asistentes prometieron a Líbano 11.000 de dólares préstamos y subvenciones a cambio de reformas que los líderes libaneses nunca terminaron de poner en práctica.
El tiempo no juega a favor de Líbano, que tiene de plazo hasta las elecciones legislativas de mediados de mayo para empezar a aplicar algunas de unas condiciones que el Parlamento ha bloqueado repetidamente durante los dos últimos años por la falta de consenso.
El jefe de la misión del FMI en Líbano, Ernesto Ramírez Rigo, ha aplaudido tras la firma preliminar que «las autoridades libanesas son conscientes de los desafíos a los que se enfrentan a la hora de aplicar esta ambiciosa reforma pero coinciden en que es imprescindible para terminar con la crisis actual», según un comunicado recogido por Bloomberg.
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El país atraviesa una crisis nunca vista desde hace un cuarto de siglo y que desde finales de 2019 ha alcanzado un punto crítico donde han coincidido el colapso de la moneda, el aumento de la inflación hasta los triples dígitos y cortes en el suministro de energía que, sumados al descontento endémico de la población con la corrupción reinante desde hace años en el país, han convertido Líbano en un hervidero social mientras más de la mitad de la población desciende a una espiral de pobreza.
A todo ello hay que añadir que las elecciones legislativas podrían paralizar todavía más la política nacional en un país que suele tardar meses en elegir a su primer ministro por las fricciones derivadas de su complejo sistema de Gobierno. Un posible gobierno interino puede preparar borradores de ley pero sus competencias son limitadas y muchas de las condiciones del FMI tienen un carácter de largo plazo que podrían ser interrumpidas en años venideros.