MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
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El doctor Valentín Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid (CNIC) y Physician-in-Chief del Mount Sinai Medical Center de Nueva York (Estados Unidos), ha apuntado que la ateroesclerosis se podría detectar en personas de 40 o 45 años gracias a las placas que se acumulan en las arterias del fémur.
La ateroesclerosis se produce cuando los vasos sanguíneos que llevan el oxígeno y los nutrientes del corazón al resto del organismo (arterias) se engrosan y endurecen, a veces, restringen el flujo sanguíneo a los órganos y a los tejidos. Las arterias sanas son flexibles y elásticas, pero con el tiempo, las paredes de las arterias se pueden endurecer, una enfermedad que comúnmente se denomina endurecimiento arterial.
Es la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y sobre sus paredes. Esta acumulación se llama placa. La placa puede provocar el estrechamiento de las arterias, obstruyendo el flujo sanguíneo. La placa también puede reventar, formando un coágulo de sangre.
Aunque la ateroesclerosis a menudo se considera un problema cardíaco, puede afectar a cualquier arteria del cuerpo. La ateroesclerosis se puede tratar. Los hábitos de vida saludables pueden ayudar a prevenir la ateroesclerosis.
«La ateroesclerosis comienza en la región femoral, en las piernas, donde no se manifiesta clínicamente porque estas arterias son grandes. La manifestación se da en las coronarias, que son mucho más pequeñas. A edades tempranas, a los 40 o 45 años, ya se podría detectar con nuevas tecnologías», ha resaltado Fuster durante su conferencia ‘Retos en la prevención cardiovascular: un viaje desde el individuo-paciente hasta la salud global’, en el marco de una jornada organizada por la Fundación «la Caixa», en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la Fundación HM Hospitales.
Sus conclusiones se basan en los datos del estudio PESA-CNIC-Santander, publicado en 2020 en la revista revista ‘The Journal of American College of Cardiology (JACC)’, que evidenció que casi la mitad de las personas aparentemente sanas de entre 40 y 50 años podría estar desarrollando una acumulación de placas de grasa en las arterias y de una forma mucho más rápida de lo que se pensaba hasta ahora.
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Según sus resultados, las placas de ateroma se extienden rápidamente por las arterias de sujetos asintomáticos en el 40 por ciento de las personas entre 40 y 50 años. Dirigido por el propio Fuster, esta investigación también ha demostrado que la progresión de la ateroesclerosis está directamente relacionada con los factores tradicionales de la enfermedad cardiovascular: edad, sexo, hipertensión, colesterol, tabaco y diabetes.
Por todo ello, el doctor considera que hay que abordar la ateroesclerosis desde edades mucho más tempranas. «El reto fundamental que tenemos en la edad de los 20 a los 55 o 60 años es: ¿Tengo enfermedad o no? Es importante porque si descubrimos que la enfermedad ya existe podemos hacer cambios en el estilo de vida mucho antes que después de un infarto de miocardio, cuando desgraciadamente es demasiado tarde», ha reflexionado.
Fuster ha insistido en la importancia de vigilar los factores de riesgo, como el colesterol. «Cuantos más factores, más enfermedad sin diagnosticar existe. Esta es una enfermedad que aparece temprano, es silenciosa, empieza un gran porcentaje en la región del fémur y los verdaderos protagonistas son los factores de riesgo», ha detallado.
Por ello, ha instado a cambiar los «hábitos individuales». «Como humanos, tenemos que ser reintervenidos cada dos o tres años e ir adelante de nuevo y de nuevo. Cuanto antes empecemos con la prevención cardiovascular, el potencial de beneficio es mucho más alto y el coste mucho más bajo», ha recordado.
Igualmente, ha explicado que los mismos factores de riesgo que dañan la salud del corazón también lo hacen al cerebro. «Estamos aprendiendo que los mismos factores que afectan al corazón o incluso los eventos cerebrovasculares, también afectan al poder cognitivo cerebral. Esto tiene mucho impacto sobre la calidad de vida», ha remachado.