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Ucrania.- Moscú quiere tomar Kiev y cambiar el régimen en Ucrania pero ¿y después qué?

Putin se enfrenta al desafío de conquistar y controlar el territorio frente a unos ucranianos decididos a defenderse

MADRID, 25 (EUROPA PRESS)

La invasión de Ucrania y la rapidez con la que están evolucionando los acontecimientos dejan claro que el presidente ruso, Vladimir Putin, tiene un claro objetivo en mente: hacer caer el Gobierno de Volodimir Zelenski. Dada la disparidad de fuerzas entre Rusia y Ucrania, parece algo asumible, pero lo que podría no serlo para el Kremlin es el día después.

Los expertos llevan semanas tratando de vaticinar cómo sería la invasión y si esta sería generalizada, como está siendo, con vistas a tomar el control de todo el país. Putin ha dejado claro en estas primeras horas que su objetivo principal es la toma de Kiev, centro del poder y donde, presumiblemente, se encuentra Zelenski.

Sin embargo, hacer caer Kiev podría ser una ardua tarea. Desde el Centro de Estrategias de Defensa ucraniano apuntaban hace unas semanas que Rusia tendría que movilizar primero sus fuerzas aerotransportadas, algo que está intentando hacer en el aeródromo de Hostomel, pero para poder eliminar a las fuerzas ucranianas que protegen Kiev hará falta un importante despliegue del Ejército regular y la Guardia Nacional.

Kiev cuenta además con unos 3 millones de habitantes, muchos de los cuales llevan semanas entrenándose para poder defender la ciudad y a los que el Gobierno ya se ha mostrado dispuesto a armar, por lo que cabe esperar que los propios habitantes no se lo pongan fácil a las fuerzas rusas.

Además, advertían los expertos ucranianos, «Kiev es muy difícil de aislar debido a su compleja topografía y a esto se sumarían grupos de resistencia llegados de toda Ucrania», lo cual «haría prácticamente imposible mantener la capital por un largo periodo.

CONQUISTAR UN PAÍS DE 44 MILLONES

Pero suponiendo que finalmente Moscú lograse su objetivo de tomar la capital y derrocar a Zelenski, seguramente sería en ese punto donde empezaría la tarea más complicada: conquistar el territorio y mantener lo conquistado. Cabe recordar que Ucrania es un país con más de 44 millones de habitantes.

«La invasión de Putin unirá aún más al pueblo ucraniano e intensificará su determinación de abandonar permanentemente la espera coercitiva de influencia de Rusia», advierte Charles A. Kupchan, experto del Council on Foreign Relations, que duda de la capacidad del presidente ruso de instalar un régimen que goce de legitimidad a ojos de los ucranianos.

«Ucrania no será capaz de derrotar a Rusia militarmente pero hay una buena oportunidad de que los ucranianos en último término sean capaces de derrotar los esfuerzos de Rusia de gobernar su país», opina este experto, que defiende respaldar a los ucranianos mediante «apoyo político y material, incluidas armas, para resistir la agresión rusa».

Desde Internacional Crisis Group coinciden en este análisis. «La cuestión no es quién ganará la guerra», subraya este ‘think-tank’. «Pero como Estados Unidos aprendió en Irak y Afganistán, derrocar un Gobierno y crear algo viable en su lugar son cosas muy distintas», apunta.

«Instalar un régimen subrogado capaz de controlar una población hostil en ausencia de respaldo militar ruso será difícil, incluso si el Gobierno aplica las tácticas terroristas que Moscú parece dispuesto a emplear para aplastar la oposición a sus designios», advierte Crisis Group.

COSTE ECONÓMICO Y MORAL

Además, ocupar un país es muy caro y Moscú deberá tener que enfrentarse a las consecuencias sobre su economía de las sanciones que ya han comenzado a imponer tanto Estados Unidos como la Unión Europea entre otros.

Junto a ese coste económico, Putin también tendrá que hacer frente al coste social y moral que la guerra tendrá entre los rusos. Pese al férreo control de los medios de comunicación por parte del presidente, que en las últimas semanas se han encargado de ‘vender’ la guerra como algo inevitable para Rusia porque su seguridad estaba en juego, Putin ha venido perdiendo respaldo en los últimos tiempos.

Horas después de que el asalto comenzara en Ucrania, varios miles de rusos desafiaron a las fuerzas de seguridad para manifestarse contra la guerra en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades importantes, en unas protestas que se han saldado con más de 1.700 detenidos. A medida que pasen los días, las bajas rusas serán más numerosas, lo cual seguramente hará mella en el respaldo a la contienda.

PAPEL DE ZELENSKI

Por otra parte, en lo que pueda pasar en las próximas horas o días tendrá un papel importante el presidente ucraniano quien, como subraya Crisis Group, deberá tomar decisiones difíciles. Dada la superioridad rusa, «tendrá que decidir como llevar a cabo la guerra y qué costes su Gobierno y el pueblo ucraniano están dispuestos a asumir para defender su patria».

«Kiev tendrá que hacer sus cálculos sin ninguna ilusión de los miembros de la OTAN acudirán en su ayuda más allá de suministrar algunas armas», advierte, recordando que la Alianza Atlántica ha descartado la intervención militar puesto que Ucrania no es un estado miembro.

En opinión de Christopher Skaluba, director la Iniciativa de Seguridad Transatlántica de Scowcroft Center for Strategy and Security, «Estados Unidos y sus aliados euopeos deben incrementar sus esfuerzos para ayudar a Ucrania a defenderse, suministrando inmediatamente cualquier armamento, artefacto militar e información de inteligencia que puedan para permitir que la resistencia ucraniana tenga un coste en el Ejército ruso».

Pese a la promesa tanto del presidente estadounidense, Joe Biden, como de otros líderes aliados de que no habrá intervención militar directa, Skaluba sostiene que deberían «considerar opciones militares para degradar las defensas aéreas y las capacidades de misiles de Rusia desde el aire, el mar o de forma cibernética». Así, considera que la mera perspectiva de que esto pueda incluir podría influir en los cálculos de Putin.

¿EL AFGANISTÁN DE PUTIN?

Por otra parte, hay quien ya ha advertido de que este conflicto podría ser el «Afganistán de Putin», equiparando la resistencia con la que seguramente se van a topar las fuerzas rusas con la que en su momento plantearon los afganos, entonces respaldados por Pakistán, fundamentalmente, pero también por otros países como Estados Unidos o Arabia Saudí. De aquella resistencia nacieron los talibán.

En este sentido, Bruce Riedel, que trabajaba para la CIA cuando se produjo la invasión soviética de Afganistán, advierte en un artículo en Brookings de que hay muchas cuestiones que plantearse. «¿Qué estado o estados serán los principales patrocinadores? ¿Están dispuestos a asumir el calor de Rusia? ¿Cuánto apoyo brindarán Estados Unidos y la OTAN? ¿Desencadenará la insurgencia un conflicto más amplio y que pueda ser contenido? ¿Están los ucranianos dispuestos a pagar el precio?»

«Creo que Estados Unidos y la OTAN deberían ayudar a la resistencia ucraniana pero deberíamos entender las potenciales consecuencias, riesgos y costes», subraya este experto. «La decisión de Putin de atacar Ucrania podría bien ser otra catástrofe geopolítica para Ucrania pero solo si ayudamos a la resistencia ucraniana», previene.

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