El gusto de los mexicanos por el refresco es algo digno de destacar.
A pesar de que se conoce lo dañino que puede llegar a ser este líquido para la salud, principalmente, por su exceso de azúcar, casi nadie ha estado exento de probarlo.
¿Quién no ha probado unos ricos tacos, gorditas o quesadillas acompañados con un refresco de Cola? La gran mayoría lo ha hecho.
México, el país que consume más refresco
El crecimiento de Big Cola en México
Por esta razón, hace 20 años llegó a México, con paso fuerte, el producto Big Cola.
La empresa Grupo Aje decidió vender su refresco, tomando en cuenta que el consumo per cápita en el país tricolor es mucho mayor que en Perú.
Siete años después, Big Cola ya tenía 15 por ciento de participación en el mercado azteca.
El éxito era una realidad. Vale la pena recordar que acaparó una parte del mercado con su fórmula de mayor cantidad a un precio menor. El envase tenía una capacidad de 3.3 litros con un valor de 17 pesos, lo que significaba 30 por ciento menos que el de las presentaciones de Coca-Cola y Pepsi.
También se distinguía por el envase de plástico y su etiquetado en colores rojo, negro y amarillo; se producía en la única planta que tenía la firma en Huejotzingo, Puebla.
Al poco tiempo, su crecimiento llegó a 17 por ciento a nivel nacional; incluso, en algunas regiones ascendió hasta 25 por ciento.
El desarrollo no paraba y para 2012 ya tenían 10 plantas distribuidas en lo largo y ancho de la nación, con reconocimiento en el público de sus marcas consolidadas: Big Cola y Big Citrus.
El error en su estrategia y la caída
Sin embargo, una equivocada estrategia en la distribución golpeó fuertemente a la empresa en México.
Y es que la firma inca se centró en las grandes cadenas de retail, dejando de lado a las tienditas de la esquina, donde se llega a vender hasta 60 por ciento de los refrescos; ese error a la larga terminó por darles la espalda.
Además, enfrentó conflictos legales con Coca-Cola, por acusaciones de supuestos plagios en su presentación.
Por si fuera poco, hubo una saturación de pedidos de Big Cola, que la empresa no podía atender, por lo que su cuota de mercado cayó a 5.6 por ciento.
Como consecuencia, la firma tuvo que cerrar sus plantas en el Valle de México y San Luis Potosí.
Aunque Coca-Cola no ganó la demanda de plagio, en 2016, la empresa peruana invirtió 250 millones de dólares para cambiar totalmente su imagen, predominando el amarillo en su etiqueta.