Las diferencias con la junta maliense y la llegada de mercenarios rusos fuerzan la marcha
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MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado este jueves lo que ya era un secreto a voces, que Francia retira todas sus tropas desplegadas en Malí en el marco de la operación ‘Barkhane’ y también de la fuerza ‘Takuba’ de la que forman parte igualmente otros países europeos y Canadá. Con ello, pone fin a su mayor operación en el exterior y a la más larga desde Argelia.
La operación comenzó el 11 de enero de 2013, primero bajo la denominación ‘Serval’, a petición de las autoridades malienses que veían cómo los grupos yihadistas avanzaban inexorablemente hacia Bamako tras haber ‘secuestrado’ la rebelión tuareg que había comenzado unos meses antes en el norte de Malí.
El 2 de febrero de 2013, el entonces presidente francés, François Hollande, proclamaba triunfal desde Bamako: «Hemos ganado esta guerra». «El terrorismo ha sido repelido, ha sido perseguido pero no ha sido vencido aún», subrayó el mandatario en unas palabras premonitorias a la luz de lo ocurrido después, asegurando que Francia estaba al lado de los malienses no por interés sino para que vivieran «en paz y democracia».
En 2014, ‘Serval’ pasó a convertirse en ‘Barkhane’, abarcando no solo Malí, donde ha seguido estando el grueso del contingente galo –unos 2.400 en la actualidad–, sino el conjunto de los países del G5 Sahel (Mauritania, Malí, Níger, Chad y Burkina Faso).
RESULTADOS ALCANZADOS
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Sin embargo, la operación antiterrorista francesa no ha obtenido en estos años el resultado anhelado ya que los yihadistas, en particular la actual rama de Al Qaeda en el Sahel, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), han seguido avanzando desde el norte de Malí hacia otras regiones y han extendido sus tentáculos también a la vecina Burkina Faso, ahora el país más castigado, y al oeste de Níger.
En esta ecuación también está presente Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), la filial para el Sahel, activa sobre todo en la zona de la triple frontera entre estos países, principalmente en Burkina Faso y Níger. Además, en el último año la amenaza se ha extendido a las zonas fronterizas de los países del golfo de Guinea, en particular Costa de Marfil y Benín, y en menor medida Togo.
Consciente de esta nueva realidad, en enero de 2020, en la cumbre de Pau junto a los líderes del G5 Sahel, Macron anunció un refuerzo de ‘Barkhane’, aumentando el contingente hasta más de 5.000 efectivos y señalando como enemigo ‘número 1’ a ISGS y a su líder, Adnan Abú Walid al Saharaui, muerto en un bombardeo el pasado verano.
También han corrido la misma suerte el líder de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Abdelmalek Drukdel, muerto también en un bombardeo francés en junio de 2020, y otros líderes tanto de Al Qaeda como de Estado Islámico, así como cientos de sus combatientes.
RELACIÓN COMPLICADA CON BAMAKO
Sin embargo, pese a estos éxitos, la relación con las autoridades de Bamako se ha ido agriando con el paso de los años, y también ha ido apareciendo un creciente sentimiento antifrancés entre la población. El golpe de Estado de agosto de 2020 contra Ibrahim Boubakar Keita supuso un punto de inflexión que el autogolpe de la junta militar del pasado mayo no hizo sino agravar.
En este contexto, Macron anunció el pasado junio la reorganización de ‘Barkhane’, con la idea de disminuir la presencia de tropas francesas en Malí y potenciar por contra la fuerza ‘Takuba’, integrada por fuerzas especiales de Francia y de otros países europeos además de Canadá. En el marco de este plan, el Gobierno francés ha procedido al cierre en los últimos meses de las bases en Tessalit, Kidal y Tombuctú, en el norte de Malí.
La decisión francesa cayó como un jarro de agua fría en Bamako y desató un cruce de reproches. El primer ministro maliense, Choguel Kokalla Maiga, acusó a Francia de haber abandonado a Malí «en pleno vuelo», a lo que Macron le replicó criticando la legitimidad de la junta militar.
MERCENARIOS RUSOS
A esto vino a sumarse un nuevo elemento de confrontación: los planes de Bamako de contratar a mercenarios rusos de la firma Wagner, conocida por sus abusos en otros países como República Centroafricana (RCA). Tras el desmentido inicial, el Gobierno de transición maliense confirmó su interés y defendió que estaba en su derecho de buscar ayuda para su seguridad en otras partes.
París dejó claro desde el primer momento que el despliegue de mercenarios rusos era una ‘línea roja’. «Es absolutamente inconcebible con nuestra presencia», avisó el ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian.
Movilizada por Francia, la UE impuso sanciones a Wagner a mediados de noviembre, pero eso no disuadió en sus planes a las autoridades malienses, ya que a finales de diciembre París y otros 15 países –entre ellos España– condenaron en un comunicado conjunto «el despliegue de mercenarios en territorio maliense».
Bamako salió al paso de esta acusación, asegurando que lo único que había en su territorio eran entrenadores militares rusos, si bien, después de semanas de negar la mayor, el presidente ruso, Vladimir Putin, terminó por confirmar hace unos días, en presencia precisamente de Macron, que en Malí hay mercenarios rusos. Según las estimaciones francesas, serían ya unos 1.000.
La decisión de sacar a las tropas de Malí se ha visto acelerada además por la expulsión del embajador francés de Bamako el pasado 31 de enero. Francia anunció que iba a analizar la continuidad de su presencia junto a sus socios en ‘Takuba’, muchos de los cuales expresaron también su voluntad de no continuar en el país, entre ellos Dinamarca, que se vio forzada a sacar a su contingente después de que Bamako denunciara que no tenía la autorización pertinente.
UNA RETIRADA COORDINADA
La retirada ya es oficial y, según han aclarado Francia y sus aliados, se hará de forma «coordinada» con los países de la región, pero también con la UE y la ONU, ya que la salida de las tropas galas tendrá un impacto en la presencia de la misión de entrenamiento europea, EUTM Malí, y también de MINUSMA.
Con todo, pese a que no se ha cumplido el objetivo marcado de acabar con el terrorismo y a las 53 bajas registradas en estos nueve años –48 en Malí–, Macron ha descartado rotundamente hablar de fracaso. De no haber intervenido Francia en 2013, ha defendido, «el Estado maliense se habría desmoronado» o incluso se habría producido «la toma del control de la integridad del territorio por los grupos terroristas».
El presidente francés también ha dejado claro que la marcha de Malí no significa que Francia no vaya a seguir combatiendo el yihadismo en el Sahel. Así, ha aclarado que las tropas francesas en Burkina Faso permanecerán y se va a «rearticular» junto a las fuerzas de Níger, donde también han fuerzas francesas, «el dispositivo africano-europeo».
En la declaración conjunta se explica que «a petición de sus socios africanos y sobre la base de las discusiones sobre las futuras modalidades de acción conjunta, se ha acordado mantener la acción conjunta contra el terrorismo en la región del Sahel, especialmente en Níger y el golfo de Guinea». A tal fin, habrá conversaciones para determinar «los parámetros de esta acción» antes de junio de 2022.