Los casos de Sha’Carri Richardson y Ona Carbonell revelan que la competencia ha evolucionado en todo, menos en lo fundamental.
Luz Lancheros, MWN
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Una cifra es solo una cifra si lo que hay detrás está lejos de compensarlo. Olímpicos Lado B: cómo cambiaron los deportistas, menos la competencia
Porque si bien en Río 2016 más del 45% de los atletas participantes fueron mujeres, muchas atletas sufrieron en carne propia racismo, sexismo y homofobia.
Y para Tokio, la cosa no está muy lejos.
Ya vimos lo que pasó con Simone Biles, por ejemplo. Se eligió a ella misma.
Pero muchos atletas aún no se salvan.
La velocista Sha’Carri Richardson corrió los 100 metros en solo 10, 86 segundos y se postulaba para ser la favorita para el oro.
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Incluso Michelle Obama la felicitó, pero todo se fue abajo cuando se anunció que ella sería suspendida por un mes por dar positivo por marihuana.
Olímpicos Lado B: cómo cambiaron los deportistas, menos la competencia
Hubo enormes protestas en redes sociales.
No solo por la injusticia, sino por competir con el uso de una sustancia legal en 18 estados, incluido Oregón, donde la usó.
Y peor aún, al no ser considerada un fármaco para mejorar el desempeño deportivo.
De hecho, Richardson explicó que lo hizo para manejar la noticia de la muerte de su madre.
Sin embargo, ella quedó fuera.
Sha’Carri, para ese punto, era símbolo de la criminalización y el enorme racismo con el que se han enfrentado varias atletas por simplemente, ser ellas.
Olímpicos Lado B: cómo cambiaron los deportistas, menos la competencia
Desde Serena Williams con su cuerpo y vestimenta, o la gimnasta Gabrielle Douglas hablando del racismo que sufrió mediáticamente.
Esto, incluso por críticas hacia su cabello, o lo que pasó con Simone Manuel, invisibilizada ante Michael Phelps.
Y recientemente, Gwen Berry fue criticada por protestar contra el himno nacional durante las pruebas clasificatorias olímpicas.
Para completar, la velocista Brianna McNeal fue suspendida por cinco años por perderse una prueba de drogas, cuando se estaba recuperando de un aborto.
Olímpicos Lado B: cómo cambiaron los deportistas, menos la competencia
A tanto llegó el asunto, que incluso la ONG pro-derechos civiles, Color of Change, se pronunció contra el fallo.
Largo ha sido el historial de racismo, desde Jesse Owens hasta los atletas John Carlos y Tommie Smith, que perdieron sus medallas al pronunciarse en pro de las Panteras Negras en 1968.
Pero también largo el historial de sexismo e incluso de poco entendimiento hacia las diversidades sexuales, así como de particularidades de los atletas.
Insultos nunca reparados
La nadadora española Ona Carbonell, por ejemplo, acaba de protestar contra los Juegos por no permitirle viajar con su hijo en periodo de lactancia, mostrando el poco manejo que se ha tenido contra las mujeres y atletas en sus contextos.
“Lo de(Sha’Carri) Richardson sí es penalizable, pero también discriminatorio, porque podía llegar a una última competencia por unas fechas y hacer parte de la delegación.»
» Pero no importa la raza si hablamos de las mujeres: ha existido, desde el comienzo de los Olímpicos, muchísima discriminación.»
» Poco a poco se fue abriendo el espacio para ellas , hasta llegar a un poco más de 45% de participación femenina en Río, donde también 10 atletas se manifestaron abiertamente lesbianas, siendo la mayoría brasileñas.»
Olímpicos Lado B: cómo cambiaron los deportistas, menos la competencia
«Aún asi, existe mucha discriminación. Lo que pasó con la primera medalla de oro brasileña en yudo , Rafaela Silva es remarcable: al perder hace cuatro años la llamaron hasta ‘chimpancé’ y lo denunció con su victoria.»
<p><strong>“Veremos cambios, sí, pero también mucha resistencia de las personas que piensan que hay ‘odio contra los blancos’ y que cualquier persona que trabaje duro merecerá el éxito. Y de nuevo, se verá mucho esa posición de ‘cállate y ocupa tu lugar” </strong></p>
— Shaun Marq Anderson, consultor y profesor asistente de Comunicación Organizacional de la Universidad Loyola y creador de The Sport Justice Movement Strategy.
«Por su parte, a Joanna Maranhao, que denunció abusos en su infancia y al no ganar en Río, hasta la amenazaron con violación.»
«Ella denunció la condición de xenofobia, homofobia y racismo que aún predomina en su país (Brasil).»
«Y a Katinka Hosszu, por otro lado, luego de romper un récord en natación no le dieron crédito. Se lo dieron a su marido, su entrenador”.
Esto le explica a Metro el periodista deportivo especializado en Juegos Olímpicos e investigador, Ricardo Alfonso.
Y los relatos llegan a la prensa y se normalizan, en el imaginario.
Alfonso resalta cómo el Chicago Tribune en Río 2016 tuvo que pedir disculpas por no darle el mérito del bronce a Corey Cogdell-Unrein, al solo mostrarla como la esposa de Mitch Unrein, jugador de fútbol americano de los Chicago Bears.
Pero lo peor fue lo que le hicieron a Caster Semenya en 2009, al ganar la carrera de 800 metros en los mundiales de atletismo de Berlín y sometida a un examen humillante para probar si en verdad era mujer.
“Lo que le hicieron fue inconcebible. Y como determinar qué te hace un hombre y una mujer ahora bordea más bien en áreas grises, se determinó que a partir de cierto punto, las mujeres deben trabajar los niveles de testosterona a partir de medicamentos”, explica Alfonso.
Y de hecho, estas barreras se hacen más difusas en estos tiempos de fluidez de género: Laurel Hubbard, haltera neozelandesa, es la primera atleta trans en competir, por lo que es innegable que hay que dar una revisión a estas reglas, entre otros aspectos.
“Hemos visto muchos casos de racismo y ginofobia en el deporte y muchas organizaciones deportivas han recibido críticas por no tomar una posición.»
«En el caso de Sha’Carri Richardson, vemos cómo los Olímpicos como organización aún pasan de largo muchos aspectos en cuanto a la sociedad.»
«De hecho tienen muchas quejas no solo de racismo, sino de parar protestas y movimientos sociales, y han recibido mucho backlash por esta razón. Incluso de patrocinadores”.
Estole explica a Metro Shaun Marq Anderson, consultor y profesor asistente de Comunicación Organizacional de la Universidad Loyola y creador de The Sport Justice Movement Strategy.
Y sí, como hemos visto, el discurso de los patrocinadores como Nike y Adidas ha cambiado en pro de la diversidad, de las particularidades de los atletas y de sus problemas.
Pero, en el ámbito competitivo apenas se está alzando la voz y muchos más atletas irán al podio, sí, pero de los sacrificados para hablar de cómo su entorno social y lo que tengan que decir y su contexto vale más que una victoria deportiva.
3 preguntas a…
Shaun Marq Anderson, consultor y profesor asistente de Comunicación Organizacional de la Universidad Loyola y creador de The Sport Justice Movement Strategy.
P: Se percibe que hay una enorme distancia entre cómo se sanciona social y deportivamente a un atleta que ha cometido errores. Veamos el caso de Lance Armstrong contra cualquier otro atleta negro que haya estado en la misma situación. ¿Cambia el relato?
–Si bien ha existido más representación en los últimos 30 años, y en los que hemos visto cómo las mujeres atletas pueden tener igual o más poder que los hombres de manera simbólica, vemos con los atletas blancos –y en este caso en particular– cómo se suavizan las cosas con el tiempo.
“Él es joven, todos cometemos errores”. Pero si se trata de atletas de color, se establece que debes “saber cuál es tu lugar y estar en él”, callarte y estar feliz de obtener tu plataforma y estar ahí.
Y si bien ya no son un token, porque brillan por sí mismos, también añadido a esto tienen la responsabilidad de inspirar a muchos más jóvenes atletas de color a conseguir lo mismo.
P: Tambien se exige a los atletas de color cierta “propiedad”, incluso el callarse.
–…Sí, justamente eso. Los deportes tienen tantas avenidas, que hablamos incluso de acoso sexual por años y pocas cosas han pasado.
En el caso de Sha’Carri hay tantos elementos sociales alrededor del trato de su caso, y en los atletas de color, también se habla de lo que luchan y por qué y, de nuevo, va el trato de “debes callarte y estar en tu lugar”.
Y obviamente no es el atleta el que está mal, sino la sociedad en sí misma. Pero el atleta es el señalado. “No queremos oír tu basura revictimizante, y cállate y ocupa tu lugar”.
P: Claro, y esto sigue haciendo parte de una actitud cultural de la incomodidad blanca ante la personalidad que un atleta negro pueda tener. Y cómo va en contra de ese sistema…
–Como atleta, aparte, si eres de color tienes que hablar de inequidad de género, racismo, etc.
Y si lo haces, te dicen: “pero tú eres muy rico, ¿cómo puedes hablar de estas cosas?”.
Pero ellos saben que aprovechando su plataforma pueden airear y concientizar sobre los terribles problemas que tiene la sociedad.
Ahora bien, en el caso de los atletas blancos, se les celebra que hagan obras de caridad con su dinero, pero en el caso de los negros, entonces se les reclama por no hacer lo suficiente por su comunidad.
Ahora, miramos lo que pasó con Colin Kaepernick, y vemos cómo les incomoda que los atletas de color se pronuncien sobre el racismo, porque no quieren creer que aún existe.