Egor Moskvitin / MWN en Cannes
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La edición número 70 del Festival Internacional de Cannes, en Francia, empezó este 17 de mayo y durará hasta el 28 del mismo mes. Comenzó con una película rusa sobre el “desamor” y una estadounidense sobre el amor. Metro reporta desde el evento en que se presentan nuevas películas de todos los géneros, incluidos documentales, de todo el mundo.
En realidad, la edición 2017 de Festival Internacional de Cannes abrió oficialmente con un drama francés llamado “Ismael’s Ghosts”, dirigida por Arnaud Desplechin. La película trata de un director de cine cuya esposa se desmorona por el regreso de un antiguo amor justo en el momento en el que él está a punto de empezar a grabar una nueva película.
De todas formas, esta película fue elegida para empezar el evento sin competir. La parte principal de los preestrenos para los críticos empezó la noche del miércoles 17 de mayo, con “Loveless”, un nuevo drama ruso dirigido por Andrey Zvyagintsev, y con “Wonderstruck”, del estadounidense Todd Haynes, la mañana del jueves. Y es increíble cuán diferentes son las películas que se presentaron para inaugurar el festival.
“Loveless” es fría, cruel, melancólica e impiadosa con la historia de sus personajes, y le habló a los presentes en la sala de cine de Cannes en un ruso vulgar por una hora y media, revelando todos los defectos de la sociedad. Pero no solo los vicios locales, sino que también los de cualquier país del mundo: justo como las palabras de Zvyagintsev antes de la película, estas cosas pueden pasar en cualquier parte.
La familia representada en la película está pasando por un proceso de divorcio. La madre tiene un nuevo amante, su esposo está a punto de tener un hijo con otra mujer. Odiándose mutuamente, ambos personajes ignoran a su hijo de 12 años, quien escapa de casa. Los voluntarios son los que llevan a cabo su búsqueda, y quienes le dan al expectador un poco de esperanza.
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Este drama ruso está creado y actuado a un nivel profesional digno de Cannes. Pero su metáfora está poniendo las cosas difíciles. Zvyagintsev es un maestro de la encriptación y ese es el porqué es necesario verla dos veces para entender mejor “Loveless”. Pero lo que hay en la superficie de la película puede provocar desesperación. No cuenta una historia, sino que grita sobre la insensibilidad humana, la desintegración de cualquier conexión viva entre personas, al igual que en su película del 2014 “Leviathan”, un drama social en el que el entorno político hace de la degradación algo irreversible. Los personajes vivien en una expectación no hablada por el fin del mundo (está ambientada en diciembre del 2012). Y “Loveless” no ofrece ni permite ninguna posibilidad de un destino diferente. Y ahí es donde está escondido el punto débil de la película. Ser directo es importante, sí. Pero no hay respuesta o pista sobre cómo vivir después. Ese es el porqué no hay amor, esencia y base de toda película.
Y después de ver “Loveless” es increíble cómo el amor es resaltado en “Wonderstruck”. Mitad en blanco y negro y mitad en colores, muy musical, pero lacónica, la pelicula cuenta una historia aterradora de la niñez igual que en el drama de Zvyagintsev. Pero en manera muy diferente.
La acción toma lugar en dos épocas. En los setenta, en las áreas silvestres del estado de Minnesota un chico trata de lidiar con la pérdida de su madre (interpretada por Michelle Williams) y con el intento de encontrar al padre que nunca conoció. En paralelo y en blanco y negro, en el Nueva York de los años veinte una chica sorda (la preciosa y joven actriz Millicent Simmonds, quien encantó a la prensa comunicándose con un intérprete del lenguaje de señas) huye de su insensible padre para encontrar a su madre, una actriz famosa (Julianne Moore).
Accidentalmente, el niño del futuro llega a conocer al personaje de Simmonds y se vuelve sordo. Los ritmos de la historia y la magia del cine hacen que la audiencia comience finalmente a llorar. La cantidad de amor que el director Todd Haynes y el guinista Brian Selznick han invertido en la película, la reconstrucción de dos épocas (para ser exactos, los recuerdos aterradores de los niños sobre ellas), la música y la plasiticidad del filme, serán de seguro premiadas. Este drama melódico y llegador será tan amado como “La La Land” y “The Artist”.
“Loveless”, por el contrario, no busca ser amada. Pero ambas obras buscan claramente ser premiadas. De todas formas, si es que alguna de ellas recibe algo esto se sabrá el 28 de mayo. Y ahí entenderemos qué es lo más importante para el festival de Cannes: el tierno optimismo o el cruel realismo.