Si hay un nombre que trasciende en la historia de la lucha libre mexicana es, sin duda, el de Pedro Aguayo Damián, conocido en los encordados como El Perro Aguayo.
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El 28 de enero de 1946, en Nochistlán, Zacatecas, nació uno de los emblemas del pancracio azteca, un guerrero que desde sus inicios como luchador dio vistos de que sería un gladiador con el espíritu inquebrantable.
El Perro Aguayo cumpliría 75 años un día como hoy
Antes de adentrarse en el mundo de las cuerdas, Don Pedro incursionó en diversos oficios como zapatero, panadero y hasta fue boxeador.
En 1970, la oportunidad de subirse a un ring llegó, bajo la tutela de Cuauhtémoc el “Diablo” Velasco, quien fue pieza fundamental para que Aguayo le agarra cariño a la profesión.
Su carrera comenzó a tomar un ascenso importante, pero en 1975 alcanzó su punto de gracia, luego de que humilló en varias ocasiones al Santo; incluso, la afición recuerda cómo le destrozó la máscara y le propinó una golpiza.
Entre su colección de tapas se encuentran las de diversos estetas, algunos de mucha jerarquía como Stuka, Texas Rangers, Máscara Año 2000, Konnan, Diablo Rojo, Black Power 1, El Desertor, Hombre Montaña, entre otros.
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Una de las rivalidades más recordadas fue la que sostuvo con Sangre Chicana. En la década de los años 80, protagonizaron combates sangrientos; de hecho, en el Toreo de Cuatro Caminos se enfrentaron en una lucha de apuesta, cabellera contra cabellera, en la que salió victorioso el Perro Aguayo.
La Arena México presenció uno de los momentos más destacados en su carrera, cuando despojó de su elástica a Konnan, una noche en la que el coloso de la colonia Doctores se le entregó en su totalidad.
Aunque la victoria culminó en polémica, pues el referí descalificó a Konnan, el “Can de Nochistlán” se consagró y se erigió como uno de los luchadores más importantes de México.
A casi dos años de su fallecimiento, las historias del Perro Aguayo siguen siendo un clásico en la lucha libre mexicana.