Incrustado en el corazón del Barrio Bravo de Tepito, rodeado por cientos de puestos ambulantes que comercian desde jeans y perfumes, hasta peluches y zapatos deportivos, y con la Parroquia de San Francisco de Asís como acompañante eterna, ahí se encuentra el Maracaná de la Ciudad de México.
PUBLICIDAD
Aunque pareciera temerario llegar al mítico recinto a altas horas de la noche por la mala fama que puede sentenciar a la zona, dentro del complejo deportivo se respira un ambiente de paz, unión, armonía y convivencia social.
Recuperan la tradicional cancha
El trabajo conjunto de los vecinos, los talentosos jugadores que se dan cita a diario y el coordinador de la Liga, Salvador Antonio Gómez, a quien sus amigos llaman el “Bebé”, y Mario Romero Parra, administrador del Deportivo, han logrado que se recupere una cancha que hasta hace poco estaba en abandono.
“Llegamos hace tres años y la tarea fue muy difícil, porque en Tepito somos muy arraigados a las cosas. Aquí pensaban que era un parque, no un Centro Deportivo, Social y Cultural, todos se metían. Era un lugar sin reglas.
“Tuvimos que lidiar, negociar y aprender a tratar a la gente. En estos años que llevo aquí, el respeto que tengo de los vecinos es grande, me han apoyado… Antes tu veías a decenas de personas drogándose y ahora ya se erradicó”, recuerda Romero Parra, responsable del Deportivo Maracaná.
El “Bebé” es otro protagonista del nuevo Maracaná que ahora cuenta con un torneo bien establecido con 16 equipos, que juegan dos campeonatos al mismo tiempo: Liga y Copa.
“Llegue hace dos años y medio y recuperamos la cancha que estaba en abandono total; no tenía reglas, se hacían cascaras y prácticas, pero nada establecido. Es un orgullo administrar el torneo porque yo soy de aquí, de los que amamos el deporte y el fútbol, y dos generaciones mías atrás también coordinaron este mítico estadio”, dice.
PUBLICIDAD
Y es que en la Ciudad de México y el país abundan torneos y ligas de barrio, pero jugar en el centro del Barrio Bravo de Tepito es diferente. Hay otra mística, se juega por el orgullo, no hay dinero ni en inscripciones ni en premios, porque al final del día los tepiteños juegan por el amor al deporte. Es el fútbol en su estado más puro.
“Llevo jugando desde los siete años y ahora ya tengo 26, he jugado aquí desde chiquillo. Se juega en el barrio por el orgullo, por la gente y la familia que viene a verte… Se hace por amor al deporte. Se siente mejor meter un gol en esta cancha, porque toda la gente te saluda, te haces de un nombre y te das a conocer por medio del fútbol”, dice Brayan Zepeda, jugador del famoso América Huerta, actual campeón de la Liga y el equipo a vencer de la zona.
De hecho, a Fernando Ramírez, dueño del monarca del Maracaná, le da orgullo tener a un equipo de chicos, la mayoría de Tepito, que tocan el balón con una velocidad impresionante y realizan movimientos que sus rivales son incapaces de descifrar.
“Muchos me preguntan: ‘¿cuánto le pagas a tus jugadores? Y yo les digo que nada, sólo les compré unos zapatos para que estuvieran cómodos y me los llevaré al Rollo porque quedaron campeones. Pero lo bonito es que todo lo hacen por amor al fútbol, porque les gusta el deporte y yo no gano nada más que ver a mi equipo triunfar; ellos me hacen feliz”, dice el comerciante que tiene un puesto de ropa deportiva en la calle de Aztecas y el Callejón.
Luchan contra estigmas
Así el Maracaná, en donde se han presentado exfutbolistas como Adrián Chávez, Juan Hernández, “Cheché” Hernández y “Manolete” Hernández, continúa su intensa luchar por limpiar la mala fama y los estigmas de la zona que empañan la calidad de su fútbol, porque, como dice Mario Romero, “el talento en Tepito nunca va a desaparecer, se nace con ello, es algo innato”.
“La gente se espanta por ciertas cosas. Tenemos marginación, mucha gente en situación de calle, malos hábitos como tepiteños, mal aseo de las calles, lo que genera una mala visión. Pero puedes estar hasta las 11 o 12 de la noche y no hay ningún problema, porque nosotros los cuidamos y fuimos selectivos en la clase de jugadores que metimos a jugar, dejamos un poco de lado el negocio para escoger y alinear a los deportistas.
“Queremos quitar ese estigma social, muchas notas rojas nos perjudican en Tepito, la calidad de las personas que existen se pierde en una nota roja, esperemos que podamos reivindicar la imagen porque tenemos mucho que ofrecer, deportiva, social y culturalmente. Somos gente de chamba, trabajadora”, concluye Romero, encargado del Deportivo.
Es así como a través del deporte y la calidad de sus jugadores, la pasión y amor que tienen por el balompié y partidos emocionantes en los que se juegan el orgullo y el honor, que ellos llaman el estado puro del fútbol, los tepiteños buscan limpiar la mala fama, estigmas y deteriorada imagen que la sociedad tiene del Barrio Bravo.