El fútbol es, sin duda, uno de los deportes que despierta pasiones desbordantes en todo el mundo, y el fanatismo en ocasiones raya en la devoción absoluta, y muchas veces, sin sentido para otros, algo que evidencia la historia de este espacio en la que un fanático rompió furioso su propio televisor porque al jugador brasileño Vinícius Jr., no le dieron el Balón de Oro 2024.
PUBLICIDAD
Los seguidores de equipos y estrellas del fútbol suelen tener reacciones desenfrenadas, especialmente en los momentos más cruciales: tanto en la gloria de una victoria como en la desilusión de una derrota.
En redes sociales se viralizó un video de cómo el fanático, ferviente seguidor de Vinicius Jr., perdió el control cuando el Balón de Oro no fue otorgado a su ídolo, sino a Rodri, jugador del Manchester City.
La expectativa del hincha era tan alta que, al escuchar el nombre del ganador, reaccionó de manera inusual, descargando su frustración contra el televisor en medio de una mezcla de sentimientos entre tristeza y rabia.
Reacciones por fanático de Vinícius que rompe su televisor
En el video, se observa cómo el seguidor, visiblemente alterado y fuera de sí, comienza a gritar y, sin contener su enojo, propina una serie de golpes al televisor mientras sus amigos observan, atónitos y desconcertados por la inusual escena. No conforme con los puñetazos que le dio al aparato, buscó un cuchillo para terminar de destrozar la pantalla. A pesar de sus intentos por calmarlo, el fanático no cesó en su enojo, dejando a sus amigos en un estado de desaprobación e incredulidad.
Los amigos lo grabaron y subieron el video a las redes, las cuales se llenaron de comentarios sobre el incidente por su fanatismo hacia Vinícius, algunos de los cuales resaltan el nivel de fanatismo que puede generar este deporte, mientras que otros desaprueban las reacciones extremas y llaman a vivir el fútbol con mesura.
El video generó un debate sobre hasta qué punto el amor por el deporte puede afectar el comportamiento de los fanáticos, dejando en claro que el fútbol, para muchos, es más que un juego: es una pasión que trasciende límites y, a veces, hasta el sentido común.