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Efectos mortales de la ketamina en el organismo: la droga que mató a Matthew Perry

Recientemente, la ketamina ha ganado nueva atención debido a su relación con la muerte de Matthew Perry

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. Foto: (Especial)

La ketamina, también conocida como Special K, Kate o Kit Kat, emergió en la década de 1990 como una droga de fiesta popular, consumida principalmente en raves durante toda la noche. Aunque inicialmente era conocida por sus efectos sedantes y disociativos, su uso recreativo disminuyó en la década de 2000 y surgieron preocupaciones sobre sus efectos secundarios.

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Recientemente, la ketamina ha ganado nueva atención debido a su relación con la muerte de Matthew Perry. Perry, quien luchaba contra diversas adicciones, habría recibido inyecciones de ketamina hasta 27 veces en los cinco días previos a su muerte. Su autopsia reveló que los “efectos agudos de la ketamina” fueron la causa principal de su deceso, tras perder el conocimiento y ahogarse en su jacuzzi.

Todo lo que hay que saber sobre la ketamina, la droga que acabó con Matthew Perry

A nivel fisiológico, la ketamina actúa como un anestésico al bloquear el neurotransmisor N-metil-D-aspartato (NDMA), que regula la actividad del sistema nervioso. Esto provoca una reducción rápida de las sensaciones y puede inducir un estado de euforia y alucinaciones cuando se toma en pequeñas dosis.

Sin embargo, cuando se administra en dosis altas, como ocurrió en el caso de Perry, la droga puede causar efectos devastadores en el organismo, incluyendo la parálisis, la dificultad respiratoria y la incapacidad para tragar, lo que puede llevar al usuario a ahogarse con su propio vómito.

La tolerancia a la ketamina se desarrolla rápidamente, lo que lleva a los usuarios a consumir dosis cada vez mayores para lograr los mismos efectos, aumentando así el riesgo de sobredosis. Las dosis elevadas pueden inducir un estado conocido como “K-hole”, una experiencia aterradora de aislamiento, delirio y desconexión de la realidad.

La ketamina, un negocio redondo y muy peligroso

Aunque la ketamina ha sido utilizada médicamente como anestésico y se investiga su potencial para tratar la depresión y el trastorno de estrés postraumático, su abuso fuera del entorno médico regulado ha llevado a un incremento de casos de adicción y daños físicos graves.

A nivel mundial, se producen alrededor de 6 millones de dosis de ketamina anualmente, con un valor estimado de 2,4 mil millones de dólares. Este acceso relativamente fácil y económico ha contribuido a su resurgimiento como una droga de abuso, con consecuencias potencialmente fatales, como lo demuestra trágicamente la muerte de Matthew Perry.

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