Según datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que alrededor de 10 millones de personas padecen de Parkinson, enfermedad considerada como la segunda neurodegenerativa más frecuente en el mundo, después del Alzheimer.
Al alcanzar los 60 años, aumenta la posibilidad de la prevalencia, sin embargo, los jóvenes también pueden sufrir por dicha patología, en especial, quienes tienen mutaciones genéticas. Los síntomas motores más comunes son temblor (de reposo), oscilaciones rítmicas de las manos que son asimétricas; la lentitud del movimiento (bradicinesia) y articulatoria, la rigidez (resistencia a su movilización pasiva) y la inestabilidad postural.
Señales a tomar en cuenta
Es importante entender que las señales y síntomas pueden variar de acuerdo a la persona y a menudo comienzan de manera leve y gradual, lo que puede dificultar su detección inicial. Por lo común, estas son las más resaltantes que aparecen en las primeras etapas:
- Temblor: por lo normal comienza en una extremidad y es más notable en reposo.
- Rigidez muscular: afecta cualquier parte del cuerpo y provoca además de rigidez, dolor.
- Lentitud de movimientos: los movimientos pueden volverse más lentos y difíciles de iniciar.
- Problemas de equilibrio: se manifiesta al caminar.
- Cambios en la escritura: la letra puede volverse más pequeña y más difícil de leer.
- Pérdida del olfato.
- Cambios en la voz: puede volverse más suave, más ronca o más monótona.
- Expresiones faciales reducidas.
Tratamientos
- Medicamentos: levodopa, agonistas de la dopamina, inhibidores de la enzima MAO-B, anticolinérgicos, serotonina, inhibidores de la COMT y medicamentos para tratar los síntomas no motores.
- Terapia física y ocupacional: pueden ayudar a mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación.
- Terapia del habla y del lenguaje.
- Cirugía: Estimulación cerebral profunda y ablación por ultrasonido guiada por resonancia magnética
- Terapia de apoyo: incluye asesoramiento, grupos de apoyo y servicios de cuidados paliativos para ayudar a los pacientes y a sus cuidadores a hacer frente a los desafíos físicos, emocionales y sociales.