La experta, con más de 20 años de experiencia asegura que, la habilidad que es obviada y que siempre aconseja a los nuevos padres es que les enseñen a sus hijos es la eficacia interior.
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La eficacia interior es la creencia de una persona en su propia capacidad para hacer lo necesario con el objetivo de alcanzar sus metas. La autoestima puede decir: “¡Soy increíble!”, pero la eficacia interior dice: “Tengo lo necesario para lograr esto y conseguir lo que me propongo”.
Enseñar a los niños a desafiarse y a esforzarse
Los niños con un fuerte sentido de eficacia interior son más propensos a desafiarse a sí mismos y a esforzarse. En lugar de culpar de sus fracasos a circunstancias externas o a la falta de talento, se centrarán en factores que están bajo su control.
Los estudios demuestran que los niños adquieren eficacia interior de cuatro fuentes:
1. La experiencia de hacer bien las cosas
Para que esto ocurra, los niños tienen que enfrentarse a retos del nivel adecuado. Empujarlos a experiencias educativas para las que no están preparados puede ser contraproducente.
Siempre que se preocupen por no ser capaces de hacer algo, puede fomentar una mentalidad de crecimiento diciéndoles: “Todavía no estás ahí”.
2. Ver a otros hacerlo bien
Es importante que los niños vean a otros que consideran similares a ellos, al menos en algunos aspectos específicos (como la edad, la raza o la etnia, la identidad de género, los intereses), conseguir objetivos similares.
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Los compañeros que usen como referencia no tienen por qué ser personas exactamente iguales a sus hijos, pero ver a un niño mucho mayor, de raza y género diferentes, conseguir algo puede que no tenga el mismo efecto.
3. Recordar de que tenemos experiencia haciendo las cosas bien
Las historias que nos contamos sobre el pasado crean nuestro sentido de capacidad de cara al futuro.
Los estudios demuestran que las personas que se inclinan por el optimismo, tienen una mentalidad de crecimiento y creen en sí mismas no suelen tener experiencias pasadas tan diferentes a las de sus compañeros pesimistas. Simplemente recuerdan los éxitos más vívidamente que los fracasos.
4. Una sensación de calma en sus cuerpos
Si los niños se sienten estresados, mareados o ansiosos cuando se enfrentan a retos, les puede ser difícil actuar sin ocuparse primero de esa respuesta fisiológica.
Enseñar a sus hijos técnicas para calmarse, como la respiración consciente, les ayudará mucho a ser competentes en lo que se propongan.
Cómo ayudar a los niños a desarrollar su eficacia interior
- Hay que animarlos a intentar algo en lo que no sean buenos inmediatamente:
En lugar de decir “la práctica es la clave”, porque sabemos que eso no siempre es cierto –y en realidad no buscamos la perfección–, recuérdele a su hijo que “el esfuerzo es la fuente de la evolución”.
- Aclarar para corregir:
No se limite a marcar los errores con un bolígrafo rojo y decir: “Otra vez te has equivocado”. En lugar de eso, intente repetir, reformular, cambiar la pregunta, aclarar las instrucciones y repasar las habilidades aprendidas previamente.
Incluso con niños pequeños que señalan una manzana roja y dicen “azul”, puede decirles: “Ah, sí, los arándanos son azules, y esto es una manzana roja”, en lugar de limitarse a corregirlos o decirles: “Ese no es el color azul, tontico”.
- Elogiar con especificidad cuando sea merecido:
Cuando decimos “¡buen trabajo!” tiene que ser sincero y específico. Deje saber a los niños cuando reconoce su verdadero esfuerzo, persistencia, creatividad, independencia y competencia.
No hace falta que borre por completo “buen trabajo” de su vocabulario. Sólo añada un poco más de detalle, como: “Hiciste un buen trabajo al aplicar esa apertura de ajedrez que acabas de aprender”.
- Señale la estrategia.
Ayude a los niños a trazar la línea entre la acción y el logro. Si su hijo hace un buen trabajo redactando algo que ha esquematizado, por ejemplo, puede decirle: “Me he dado cuenta de que has hecho un esquema. Seguro que esa es una de las razones por las que lo has hecho tan bien”.
O, de manera alternativa, puede decirle: “Me he dado cuenta de que no has hecho un esquema. Puede ser realmente difícil escribir un texto cuando no tienes un plan. Intentemos escribir uno juntos”.
Cuando los niños entienden que sus fracasos no se deben a limitaciones permanentes, se abren las puertas a futuros logros.
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