Dormir al igual que por ejemplo, tomar agua y comer, es un de las prácticas humanas más fundamentales y necesarias que priorizan la salud, por ello la ciencia reafirma la gran importancia de descansar en la noche de forma ininterrumpida un mínimo de siete horas y de ser posible, realizar una siesta diurna de entre 30 y 45 minutos.
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Una investigación llevado a cabo por la Washington University in St. Louis (WashU), en Estados Unidos, mostró que el insomnio altera progresivamente el estado óptimo del cerebro y que el propósito del sueño sería restaurarlo para que vuelva a alcanzar sus máximas capacidades.
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Basado en la actividad cerebral de ratas dormidas, se demostró que el cerebro necesita restablecer periódicamente su sistema operativo para alcanzar el estado que optimiza el pensamiento y el procesamiento. Los investigadores decidieron probar su teoría sobre el papel de la criticidad en el sueño y para ello rastrearon los picos de muchas neuronas en los cerebros de ratas jóvenes durante sus patrones normales de sueño y vigilia.
La importancia de dormir
Keith Hengen, profesor asistente de biología en WashU Hengen comparó el cerebro con un ordenador biológico en el que la memoria y la experiencia durante la vigilia modifican el código poco a poco, distanciando lentamente al sistema más grande de un estado ideal. El propósito central del sueño es restaurar un estado computacional óptimo.
“Se pueden seguir estas pequeñas cascadas de actividad a través de la red neuronal. En momentos críticos, pueden ocurrir avalanchas de todos los tamaños y duraciones. Lejos de la criticidad, el sistema se inclina hacia avalanchas pequeñas o grandes. Esto es semejante a escribir un libro y poder utilizar sólo palabras cortas o largas”, explicó Hengen.
Los resultados del estudio se publicaron en Nature Neuroscience y proporcionan la primera evidencia directa de que el sueño restaura el poder computacional del cerebro.