Para encontrar la productividad necesaria existen varias medidas y características que pueden ser efectivas, sin embargo, hay una en especial que garantiza buenos resultados. Estamos hablando sencillamente de una buena ducha fría de agua a primeras horas de la mañana.
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La doctora Ashwini Nadkarni, psiquiatra y profesora en la Universidad de Harvard, explicó en un estudio publicado en en newsletters de INC. que la exposición a bajas temperaturas “activa el sistema nervioso en el cuerpo, que controla las respuestas involuntarias ante el peligro o situaciones de estrés. Una ducha fría puede enviar un número de impulsos eléctricos de los nervios periféricos al cerebro, cargando el cuerpo y mejorando la lucidez”.
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El poder de la ducha fría
Muchas personas cargadas de responsabilidades y exigencias comenzaron a probar este desafío y, luego de un período de prueba, explican que sus vidas cambiaron. Quienes decidan tomar ese desafío deben hacerlo paulatinamente, ya que, se puede empezar con 20 segundos e ir quedándose un poco más cada día y llegar a unos pocos minutos.
El estudio sobre trabajadores que se duchaban con agua fría por un período de 30 días, tuvo como resultado la reducción de casi el 30% de los días de baja por enfermedad, del mismo modo se comprobó que el nivel de productividad había aumentado considerablemente.
La exposición a bajas temperaturas activa el sistema nervioso que controla las respuesta involuntaria a situaciones peligrosas o estresantes. “Debido a la densidad de los receptores de frío en la piel, una ducha fría también puede enviar una serie de impulsos eléctricos desde los nervios periféricos al cerebro, cargando el cuerpo y activando el estado de alerta”.
La ducha fría ayuda al:
- Aumento en la concentración.
- Sistema inmunológico más fuerte.
- Mayor proactividad.
- Desarrollar tareas que antes se evitaban.
- Mayor productividad.
- Activa la lucidez.
- Mejora la calidad del sueño.
- Aumenta la energía.
Las duchas frías también pueden disminuir la ansiedad, “A medida que la ansiedad se regula más, los pensamientos acelerados se ralentizan, lo que conduce a una mejor concentración y concentración, mejorando así la cognición y la productividad”, concluye Nadkarni.