Dicen que el alma se alimenta mediante los olores, por ello, desde tiempos memorables se utilizan diversas técnicas dependientes del sentido olfativo para generar tranquilidad, paz, bajar los decibles en la presión mental y así también, para traer las buenas energías y abundancia.
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Una de los artículos más utilizados en la actualidad es la madera de palo santo, gracia a que su humo es capaz de generar numerosos beneficios como, por ejemplo, aromatizar ambientes y hasta incluso aliviar algunas enfermedades.
Conocido también como “madera sagrada”, es una especie arbórea cuya madera es reconocida por su aroma intenso con un toque ligeramente cítrico, por ello, se utiliza como incienso o para fines energéticos ya que ayuda a crear sensaciones de paz, tranquilidad y armonía.
Orígenes y utilidad
El palo santo proviene de países latinoamericanos como México, Guatemala, Perú, Ecuador, Honduras, Brasil y Costa Rica, y es desde siglos atrás muy utilizado para sanar estados emocionales o problemas causados por el estrés, así también, solía utilizarlo para rituales religiosos para conseguir una mejor comunicación con dioses, atraer la buena suerte y sacar lo negatividad del entorno.
Entre los beneficios que propicia el palo santo, se destaca:
· Es utilizado para aliviar las enfermedades causadas por el estrés, así como para mantener la calma y el equilibrio emocional, elevar la autoestima y mejorar el humor.
· Según los especialistas, equilibra las energías, buscando y aumentando todo lo positivo.
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· Limpia y purifica los ambientes, además de aromatizarlos.
· Tiene propiedades de limpieza física y espiritual.
· El incienso de esta madera contiene propiedades antisépticas, medicinales antireumáticas y diuréticas, además de ser una gran fuente de antioxidantes.
· Propicia la meditación, ya que relaja la mente e induce una sensación de entrega y abandono.
· Es un repelente natural de mosquitos.
Existe también el aceite esencial derivado del palo santo y este se obtiene por destilación al vapor y se utiliza siempre por vía tópica y, mezclado con aceite vegetal como el de almendras o similar, se emplea en uso externo para tratar afecciones de la piel, como eccemas, granos, urticarias, llagas o úlceras.