Por recreación, gusto e incluso por obligación, cada vez que se va a comenzar una rutina constante y exigente de actividad física, lo primero que hay que saber es que la salud puede correr importantes riesgos si no se acude a un médico especialista para determinar si se puede o no comenzar con las prácticas.
Conocido en muchas regiones como certificado de aptitud física, su objetivo primordial es alertar y detectar algunas enfermedades que puedan desarrollarse o verse comprometidas mediante la actividad, por ello, lo más importante de todo es prevenir los posibles riesgos.
Estudios previos
Diego Bares, consultor en clínica médica, detalló en el medio Bienestar: “A quienes desean empezar a entrenar, les solemos pedir una rutina completa de laboratorio (que incluya glucemia y el perfil lipídico), una placa de tórax, un electrocardiograma, una ergometría y un ecocardiograma. Con esos estudios, se abarcan, las patologías más significativas que pueden llegar a generar algún tipo de episodio cardiovascular”.
El médico explicó también que la evaluación mínima de primer nivel para el apto físico cardiovascular en deportes competitivos comprende:
· Interrogatorio.
· Examen físico.
· Electrocardiograma de reposo.
· Ergometría de 12 derivaciones en mayores de 40 años o bien en mayores de 30 con factores de riesgo coronario
· Ecocardiograma doppler en el caso de deportistas de alto rendimiento mayores de 16.
Con respecto a los menores de edad, el apto físico escolar es el certificado solicitado en muchas de las escuelas de Latinoamérica al niño o adolescente en forma anual que indica su estado de salud. Este determinará si puede o no participar en la clase de educación física y se rige con los mismos principios del apto que puede solicitar una institución deportiva o gimnasio.
“El certificado atestigua la aptitud física del individuo, considerando su edad, sexo, antecedentes y actividad deportiva a desarrollar (competitiva, recreativa, otras). La certificación comprende tres áreas: clínico/pediátrica, traumatológica y cardiovascular. Ésta última intenta identificar patologías cardiovasculares preexistentes ocultas y relevantes para reducir el riesgo asociado a la práctica del deporte”, agregó Bares.