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Según una investigación, así funciona el cerebro de un mentiroso

Cuando el engaño es interesadamente, se presentan ciertos factores que lo hacen visible a la ciencia

¿Se puede prevenir el descubrimiento de una mentira? Por décadas la ciencia ha intentado determinar el por qué las personas siente la necesidad de mentir y sobre todo, como actúa su cerebro cuando se prepara para inventar una característica o hecho para engañar a otra persona.

Un adelantamiento tecnológico en su momento fueron las máquinas para detectar las mentiras, muchas veces utilizada por las fuerzas policiales al momento de interrogatorios. Sin embargo, un nuevo estudio fue mucho más profundo y determinó cómo podría funcionar los mecanismos neurológicos de un mentiroso.

El cerebro de un mentiroso

Joseph Ledoux, investigador neurocientífico estadounidense, explica que, en la comunicación no verbal, se estudian gestos, como indicadores de mentira, que no son fáciles de controlar para el mentiroso. Siempre con el cuidado que se requiere, por las múltiples equivocaciones que se pueden dar.

Para entender más en detalle, los especialistas utilizaron resonancias magnéticas funcional del cerebro de 80 voluntarios en edades comprendidas entre 18 a 65 años mientras participaban en tareas en las que podían mentir para obtener beneficios personales. En ellos, se apreció que la amígdala, la parte del cerebro asociada con la emoción, se activaba cuando mentían para lograr un beneficio, pero la respuesta de la amígdala a la mentira disminuía con cada engaño, mientras que la magnitud de las mentiras se intensificaba.

En resume y conclusión, el ser humano para mentir necesita hacer uso de su parte más racional, de su neocórtex, de lo contrario le sería imposible mentir porque automáticamente diría la verdad, pero al hacer consciente que no quiere decir la verdad, por cualquier razón debe ser consciente de cada frase que evoca.

Las primeras preguntas o afirmaciones pueden ser muy sencillas y sin mucho esfuerzo por parte del mentiroso, pero a medida que avance la conversación y se requiera contestar a las preguntas que hacen los interlocutores, el cerebro debe empezar a esforzarse.

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