Un joven colombiano vive entre burlas, chistes y entrevistas de prensa por llamarse como nadie se podría llamar a menos que él mismo haga lo mismo con sus propios hijos.
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Su nombre es 6. No escrito en letras. Es el número 6 a secas. Entonces el chico se llama 6 Martínez Medina, quien además es uno de los primeros ciudadanos colombianos en ser registrado con el apellido materno de primero, pero este acto de justicia del código civil fue opacado por tan particular nombre del que nadie pudo hacer nada para evitar. Ni siquiera el jefe civil.
Antojo del padre
Su padre se llama Rafael Medina y se le ocurrió ponerle ese “nombre” por tratarse de su sexto hijo, lo que en pocas palabras significa que usó a su muchacho como “check list” de sus paternidades.
Aunque el nombre ha dado lugar a innumerables entrevistas y menciones en redes sociales, detrás de tan colorida nota periodística se esconde la burla de muchos. Afortunadamente, el chico que hoy tiene 20 años ha sobrellevado su realidad.
Como se sabe, no hay nada más importante para definir el carácter, la identidad, la seguridad y el amor propio de una persona que su nombre. Muchas veces los padres no valoran cómo será la vida adulta de un niño o niña llevando un nombre difícil de escribir, de pronunciar o peor aún, siendo un error ortográfico viviente, un anglicismo o una mezcla grotesca de varios nombres. Pero a los padres de 6 les gustó el nombre 6.
Sin embargo, la publicidad de tan particular nombre logró que al muchacho le dieran una beca universitaria y se encuentra estudiando comunicación audiovisual en la ciudad de Barranquilla. Afortunadamente, su cédula de identidad se ha convertido en una oportunidad para crecer en lo académico y de llegar a la gente.
¿Y ahora qué?
Una nota de El Tiempo reseñó que su padre no descartó que el joven pudiera desear un cambio. “Así quería llamarle, ya si después él cuando fuera adulto quería cambiárselo; no tenía problema con eso”, dijo textualmente.
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Luego, como queriendo explicar su lógica agregó sobre las razones por las cuales no tiene segundo nombre: “Si le poníamos otro número, por ejemplo tres, no lo llamarían seis, sino sesenta y tres y se perdería la razón de ser”, sostuvo.
Ahora que es adulto, 6 ha declarado que organiza un movimiento contra el “matoneo” o acoso escolar, eso porque él mismo ha sido víctima y no quiere que otros chicos padezcan de ese tipo de violencia.
“Con este grupo de trabajo, igualmente, atendemos casos de matoneo para frenar cualquier afectación que sufran los niños y adolescentes en el colegio tal como me pasó a mí, que se burlaron y me ponían apodo por mi nombre sin letras”, dijo.
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