Un periodista lanzó un debate masivo en la web, luego de que afirmara que los adultos no deberían chocar los cinco con los niños porque les enseña a faltar el respeto a sus mayores.
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John Rosemond, un columnista semanal que a menudo escribe artículos sobre la crianza de los hijos, afirmó en un nuevo artículo de opinión para el Omaha World-Herald que chocar los cinco es un ‘gesto de familiaridad, para ser intercambiado entre iguales’, ya que advirtió contra abofetear palmas con un niño.
Explicó que ‘el respeto por los adultos’ es ‘importante para el desarrollo del carácter de un niño’ y que ‘chocar los cinco no es compatible con el respeto’.
Debate viral
Alguien llamado Erin tomó una foto de su artículo de opinión y lo compartió en Twitter, donde rápidamente se volvió viral: obtuvo miles de respuestas, retweets y me gusta, y dejó atónitas a muchas personas en la aplicación.
Resultado
“No le daré una palmada en la palma de la mano a una persona que no sea mi par, y un par es alguien mayor de 21 años, emancipado, empleado y que se paga a sí mismo”, escribió John.
Debe reservarse para individuos de igual o bastante igual estatus. Es bueno que los niños vean a los adultos responsables como personas que existen en un plano superior.
De niños a adultos
‘Ese ‘mirar hacia arriba’ hace que los niños aspiren a convertirse en adultos, lo que parece escasear en estos días. ‘El niño al que se le permite chocar los cinco con un adulto tiene permiso tácito para hablar con dicho adulto como si fueran compañeros.
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‘No te preguntes por qué, si chocas los cinco con tu hijo, a menudo te habla como si fueras su igual’.
Periodista
El periodista, que tiene una maestría en psicología, pero dejó su práctica privada en Carolina del Norte para recorrer el país como experto en crianza, agregó que los ‘límites’ son ‘esenciales’ para el ‘funcionamiento adecuado’ de los niños.
También afirmó que los niños nunca deberían llamar a los adultos por su nombre de pila, acostarse con sus padres o tener “acceso libre” al dinero.
‘Los niños deben conocer su lugar. Los adultos deben conocer su lugar’, concluyó. ‘Cuanto más adultos y niños se mezclan como si fueran iguales, más problemáticas se vuelven sus relaciones.
Y no se equivoquen, los niños más felices son también los más obedientes. La investigación así lo dice, al igual que el sentido común.