La fibra dietética soluble no solo lo mantendrá lleno durante un período más largo, sino que también satisfará los nutrientes que su cuerpo necesita.
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La semilla de chía es un alimento power pack con fibra dietética, proteína de buena calidad, grasas esenciales, antioxidantes, vitaminas y minerales como hierro, calcio, magnesio y zinc necesarios para el correcto funcionamiento del metabolismo corporal.
Nuevo estudio
Recientemente, un estudio demostró que las semillas de chía inhibían la actividad de la ChE, debido a la abundante cantidad de fenol que poseen.
Además, la investigación ha podido respaldar las semillas de chía como parte de una dieta saludable con beneficios nutricionales, que reducen los picos de azúcar en la sangre y los factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial alta, los triglicéridos y el colesterol malo. Ha sido respaldado por el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa para ser un alimento novedoso.
Importancia en la nación
¿Sabías que esta rica semilla tiene seis veces más calcio y once veces más fósforo que la leche, por lo que es excelente para mantener la salud ósea de los veganos? Cada vez es más conocido como una de las mejores fuentes vegetales de ácidos grasos Omega-3, que son importantes para mantener la salud del corazón y el cerebro.
Sin embargo, contrariamente a la noción preconcebida de que debemos recurrir a los suplementos de pescado o aceite de pescado, en los alimentos derivados de plantas estos vienen bien en forma de ácidos grasos Omega-3 que nuestro cuerpo convierte en DHA y tiene un papel crucial en una mejor cognición y vista.
Semillas
Las semillas de chía son la fuente vegetal más rica en ácidos grasos Omega-3 y el 60 % de su aceite está cargado con ellas. Debido a su capacidad para retener agua, la fibra soluble de las semillas de chía se une a la bilis para reducir los niveles de colesterol LDL (generalmente etiquetado como malo).
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Los ácidos grasos omega-3 juegan un papel clave en la prevención de la formación de coágulos y placas en nuestras arterias. Lo que eso significa es que estas semillas ayudan a reducir el colesterol, regulan los ritmos cardíacos y la presión arterial, previenen los coágulos sanguíneos y disminuyen la inflamación.
Un estudio de cohorte realizado en casi 60.000 personas nos llevó a la conclusión de que aquellos con la mayor ingesta de ácidos grasos Omega-3 tenían un 17 % menos de riesgo de mortalidad cardiovascular que el otro subgrupo.