Sin percatarse de las consecuencias, James Howells, un ingeniero informático de NewPort, en Reino Unido, botó un disco duro de modo accidental en el año 2013 cuando hacía una limpieza de su habitación.
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Entre las cosas que lanzó al basurero iba el pequeño objeto en el que había minado 8.000 bitcoins cuando la moneda apenas comenzaba su desarrollo. Pero en aquel entonces no lo tenía en cuenta.
Pero pasado el tiempo, James comenzó a notar que el dispositivo que literalmente lo estaba haciendo millonario no estaba en su poder y recordó aquel día en que lo arrojó a la basura.
Como una idea obsesiva, el ingeniero comenzó a maquinar la manera en que podría recuperar aquel disco duro que llegó al vertedero municipal de su ciudad hace diez años. No es para menos. Allí, entre montañas de materia orgánica y desechos de todo tipo debe estar su tesoro personal, estimado en más de 180 millones de dólares.
Ofrece dinero, obras civiles, bitcoins
Todo lo que James solicita es que le den el permiso para comenzar la difícil operación de búsqueda del dispositivo, a riesgo incluso de que esté averiado. Expertos aseguran que en enero del año pasado la fortuna era mayor, de hasta 250 millones de dólares, pero las fluctuaciones han rebajado el valor, pero no deja de ser una millonada.
“Si lo recupera, dijo que dará el 10% de las ganancias para convertir la ciudad en un centro de criptomonedas”, citó BBC. El dueño del disco duro tiene toda una estrategia para conseguir el permiso del ayuntamiento, desde la creación de una granja de criptomonedas hasta la asignación de bitcoins a los habitantes de New Port.
“Excavar un vertedero es una gran operación en sí misma. La financiación está asegurada y hemos contratado a un especialista en inteligencia artificial. Su tecnología puede entrenarse fácilmente para buscar un disco duro” argumentó.
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“Una de las cosas que nos gustaría hacer en el vertedero actual, una vez que hayamos limpiado y recuperado ese terreno, es colocar una instalación de generación de energía, tal vez un par de turbinas eólicas. También nos gustaría poner una instalación minera de bitcoin que sea comunitaria y que use esa electricidad limpia de las turbinas para crear criptomonedas para la gente de Newport”, ha insistido el frustrado ingeniero, que está consciente del dramático error cometido al lanzar al cesto de la basura sus 8 mil incipientes bitcoins.
No le dan permiso
Han pasado 10 años desde que el disco duro fue vertido en el basurero municipal. Es poco más de una década de movimientos del terreno por parte de máquinas compactadoras, han caído lluvias, nevadas y temporadas de intenso calor.
Sobre el dispositivo puede haber toneladas de peso en basura. Se calcula que la operación de búsqueda podría tardar un año entero según reseñó Redusers y no hay ninguna garantía de que el objeto siga en buen estado. Pero James debe estar pensando en todo, incluso en una disección del aparato para intentar recuperar su contenido.
A nivel ambiental, el asunto no pinta bien. Remover manualmente esas pilas de materia orgánica podría generar un riesgo biológico y ecológico importante, es por ello que el ayuntamiento de Newport le ha negado el permiso en reiteradas oportunidades.
“Tenemos deberes legales que debemos cumplir en la gestión del vertedero”, dijo un portavoz. “Parte de esto es gestionar el riesgo ecológico para el sitio y para las áreas de alrededor. Las propuestas del señor Howells plantean un riesgo ecológico significativo que no podemos aceptar y que, de hecho, debido a los términos del permiso de gestión del basurero, ni se consideran”.
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