Lo que para muchos es normal como jugar con el perro o conducir un auto, para Paul Braithwaite, era un sueño imposible de lograr. Así vivió escasos 20 años hasta que esa semana su corazón se detuvo.
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Era conocido como el niño “más alérgico del mundo” por el terrible diagnóstico que recibió. Paul padecía de ‘gastroenteropatía eosinofílica’ el primer caso registrado en el mundo desde 1906. Esta enfermedad rara prevalece en el sexo masculino y provoca dolor abdominal debido a la infiltración de eosinófilos (células de defensa de la sangre) en el tracto gastrointestinal.
Un mundo de sufrimiento
La vida del joven estuvo llena de restricciones debido a las alergias. “Él solo quería vivir una vida normal. Quería tener un perro, quería aprender a conducir y conducir alrededor de la cuadra. Tenía un conjunto muy complejo de necesidades y luchó en cada paso. Ha estado en ambulancias aéreas, reanimación y cuidados intensivos y nada lo ha derribado”, dijo su mamá Kelly, citó El Universal.
La muerte del joven se produjo en Manchester, Inglaterra. Con mucho sufrimiento de por medio, pero con el cuidado de sus padres logró llegar a los 20 años, aunque a esa edad todavía vestía ropa para niños de 10 a 11 años debido a que su crecimiento estaba atrofiado por los medicamentos.
“Mi hijo se avergonzaba de su apariencia y de lo pequeño que era. Pero su coraje no tenía paralelo. Él no pidió nacer así, e hice todo lo que pude por él”, agregó su madre.
Paul anhelaba jugar con un perro como cualquier niño, comer diferentes tipos de alimentos, caminar descalzo por la casa, ir a la playa, a la alberca o tumbarse bajo el sol. Para él, esos pequeños gustos representaban un gran peligro para su salud.
Al joven le salían erupciones, vomitaba, todo contacto con la vida exterior generaba dolor y malestar, pero él intentaba ser feliz en medio de su aislamiento.
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“Estaba muy solo”
Entender que su situación era casi única al menos en lo que se refiere a lo que hay documentado le llenó de mucho sufrimiento.
Su papá agregó que para intentar algo de felicidad para él, en el año 2012, lo llevó a nadar con delfines en Florida, algo que disfrutó por corto tiempo, pero sus interminables alergias y medicamentos le impidieron hacer mucho tristemente, precisó Mirror.
El caso ha generado en ciencia el desafío de seguir desentrañando las causas que dieron origen a la aparición de esta cruel enfermedad luego de tantos años. La tarea no es fácil, pero los adelantos en genética podrían dar lugar a la identificación del gen o los genes involucrados en las distorsiones inmunológicas que padeció Paul.
En un futuro, poder aislar este gen cortaría con la línea hereditaria de cualquier enfermedad rara o grave, un área de la ciencia que se encuentra en pleno crecimiento. “Estaba muy solo, pero era feliz de esa manera. La vida es demasiado corta. Todo lo que siempre quiso fue ser normal”, se lamentó su padre, Darren Braithwaite.
El funeral de Paul, un joven solidario con muchas personas a lo largo de su vida, se celebrará el 18 de julio.
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