Vivimos en un mundo tan acelerado, en una sociedad tan cambiante que la mayoría de las personas, de una forma u otra, se ve afectada por el estrés.
En especial los padres nos mantenemos siempre alerta por la gran responsabilidad que conlleva tener hijos. Y estas responsabilidades abarcan múltiples aspectos que van desde lo económico hasta temas de salud física y emocional.
Este, casi perenne, estado de alerta provoca en ocasiones reacciones negativas antes las solicitudes de nuestros hijos, ya sean estos pequeños o ya adolescentes.
En el portal de noticia El Tiempo, se afirma que “el afán permanente, la irritabilidad, el cansancio, los regaños o la intolerancia, que son reacciones frecuentes de los padres asociadas con tensión, afectan la tranquilidad de los niños de todas las edades”.
“La situación es que estos son permeables a las angustias de sus padres y en muchos casos las viven de manera intensa. Esto genera unas dosis de tensión que resultan excesivas para ellos, sobrecargándolos y excediendo sus recursos emocionales para hacerles frente”, agregan en el citado medio.
Dificultades en el aprendizaje como consecuencia principal
El estrés que agobia a los padres constituye un factor de riesgo que puede comprometer el desarrollo de los hijos. Diferentes investigaciones indican que cuando los niños están expuestos de manera repetida y constante a la tensión que viven sus padres, por diferentes motivos, son más propensos a padecer trastornos cognitivos, dificultades para el aprendizaje y otros efectos negativos, como el retraso en el desarrollo de habilidades como las lingüísticas, motoras o sociales.
Recomendaciones para los padres
Según la psicóloga especialista en familia, María Elena López, los papás pueden tomar las siguientes acciones para vivir más tranquilos:
- Tener conciencia de los niveles de estrés y cómo se expresan en la vida diaria de la familia.
- Emprender acciones reales para bajar la tensión.
- Disminuir el afán y las carreras.
- Simplificar la crianza; no hay padres perfectos.
- Tener expectativas realistas acordes con la edad, personalidad y condiciones individuales de los hijos.