Los frutos secos, a los que con mayor propiedad se deberían denominar fruta seca, son un alimento de extraordinario valor nutricional.
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Se trata de alimentos muy energéticos por su bajo contenido en agua y porque el mayor porcentaje de su peso corresponde a las grasas: entre 45 y 60 gramos por cada 100 gramos, esto según la publicación dedicada a la alimentación, salud natural y bienestar Cuerpo Mente.
Lamentablemente, para muchos estos datos bastan para descartarlos: ¡Craso error! Porque profundizando un poco más, encontramos muchos argumentos que justifican la importancia de contar con ellos. Incluirlos pues a menudo en la dieta es una buena apuesta para conseguir nuestro equilibrio emocional.
Son muy saludables
Sus grasas, por ejemplo, son altamente saludables, lo que se debe a su bajo contenido en ácidos grasos saturados (los que elevan el colesterol), y a su gran cantidad de grasos insaturados (los que lo disminuyen), entre los que se encuentran además importantes cantidades de ácidos grasos esenciales, tanto Omega 6 como Omega 3; todo ello son buenas noticias para nuestra salud cardiovascular.
Además, en la actualidad su consumo se recomienda para la prevención de la arteriosclerosis. Pero hay mucho más en relación al contenido nutricional de los frutos secos ya que contienen gran cantidad de proteínas.
De hecho, las almendras poseen tanto como la carne y, además, debido a su buena digestibilidad y su buen perfil de aminoácidos esenciales, se sitúan entre las proteínas alimentarias de buena calidad.
Cualidades nutricionales
Los frutos secos contienen importantes cantidades de vitaminas. En muchos casos, como ocurre con las almendras, las avellanas y los manís, la estrella es la vitamina E, de notables propiedades antioxidantes.
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También hay que destacar la presencia de ácido fólico y de otras vitaminas como la tiamina (B1) y la niacina (B3).
En su conjunto también es una buena fuente de minerales, como el calcio, potasio, magnesio, fósforo, hierro, zinc, cobre, selenio y manganeso.