Los síntomas de la depresión pueden ser difíciles de tolerar para la familia. El retraimiento, la fatiga, el desinterés y la apatía sexual pueden ser interpretados como falta de afecto o compromiso.
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¿Qué sucede con la relación de pareja?
La relación de pareja se resiente especialmente, pues el deprimido suele sentir que su capacidad de amar y ser amado está bloqueada.
La persona deprimida, por ejemplo, puede lamentarse de su vida y tener serias dudas acerca de su matrimonio. En realidad, se siente incapaz de amar a nadie y su visión de las cosas está sufriendo un desmoronamiento general.
Su pareja, en tal caso, puede angustiarse ante la posibilidad de ya no ser amado. “Es importante que los familiares eviten tomar lo que dice el deprimido de forma excesivamente literal, ya que lo que expresa puede estar influenciado por su forma negativa de ver las cosas y, pasado el tiempo, puede volver a verlas de manera diferente”, así lo apuntan en la revista Cuerpo Mente.
Los hijos
Los hijos, por otra parte, pueden presentar problemas escolares o de expresión a causa de lo que les supone que uno de sus padres esté deprimido. A veces, pueden sentirse responsables de su desdicha o indignados por no poder despertar la suficiente atención.
La familia en conjunto
Informarse sobre el tema puede ayudar a la familia a entender y tolerar los síntomas de la depresión, y les permite apoyar con más eficacia a su pariente.
Comprender que sus sentimientos ambivalentes hacia esa persona -amor y resentimiento- son normales, puede aportarles cierta tranquilidad.
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Los familiares han de calibrar si la ayuda que intentan ofrecer es correcta. En algunos casos se sobreprotege al enfermo haciéndolo todo por él. Una ayuda tan ilimitada no es sana, la persona puede sentirse infantilizada o creer que ya no sirve para nada.
Se ha de intentar que el deprimido no se vuelva totalmente dependiente, animándole a recobrar su autonomía, pero sin hostigarlo.