Como bien sabemos, las redes sociales dan para todo y cada vez más se alejan de cualquier filtro. Los contenidos que se hacen virales nada advierten sobre el impacto que puedan causar en niños o personas especialmente sensibles. Tal parece que la curiosidad puede más que la responsabilidad y allí es donde está el detalle.
Por estos días se ha hecho visible la gran popularidad del hashtag #traumatok, donde se vuelcan historias de vida especialmente difíciles, algunas chistosas anécdotas, pero también casos que posiblemente no estén cerrados y heridas que siguen abiertas.
Esta etiqueta acumula más de 9.2 millones de visitas. “Desde un video de 15 segundos de una mujer que se arrepiente de haber tenido un bebé con su prometido enfermo de cáncer a otros que cuentan haber encontrado a un padre desmayado por el alcohol, soportar abusos sexuales repetidos o tratar de hacer frente a una lesión física agonizante que sus padres se niegan a tomar en serio”, forman parte del “menú” disponible, precisó un artículo de Magnet.
Contenido para multitudes
Según el medio, la etiqueta se comporta de modo similar a #traumadump, “que tiene 62,3 millones, y #traumadumping, que se sitúa en 19,2 millones. Si bien TikTok ha popularizado el arte de contar historias a través de videos en un formato corto, muchos se han colado por el embudo del trauma para convertirse en “estrellas”.
Si algo es muy cierto es que el tema de la salud mental no puede quedar a la deriva, sobre todo porque más allá de la anécdota siempre aparecerán personas con verdaderos conflictos internos y creen que compartiendo su historia para las masas van a obtener los consejos o la orientación que necesitan.
Se sabe bien que las redes sociales pueden ser un espacio para la burla, para lanzar opiniones irresponsables y causar el efecto contrario a quien busca ayuda. La Dra. Jessi Gold, psiquiatra y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, ha dicho estar preocupada por estas conversaciones online, ya que pueden promover el acceso a anuncios sobre productos o servicios que en última instancia no los ayudarán o que “son de naturaleza depredadora”.
La experta indica que los intercambios sobre salud mental brindan a los usuarios información peligrosa, “incluidos detalles que podrían alentar involuntariamente trastornos alimentarios, autolesiones o ideas suicidas”.
Piden más responsabilidad
Algo que es ley en estos contenidos virales es que casi no se puede evitar compartir el material visto, no importa si es especialmente perturbador. Justamente los expertos recomiendan tener más autocontrol y decidir qué contenido debo compartir.
Sobre este punto la Dra. Louise La Sala, investigadora en la Unidad de Prevención del Suicidio de Orygen, explica que hay una línea muy fina entre que la información sea útil y que se malinterprete. “Creo que si ve algo que no es seguro, o ve algo que podría ser potencialmente angustioso para otros, cuando le gusta o comparte ese contenido, está enseñando los algoritmos que otros jóvenes podrían querer ver más contenido como ese”, advirtió.
Siempre que se tenga necesidad de ayuda emocional o psicológica estarán a mano los profesionales que han estudiado para ello. Las cuentas profesionales en redes sociales pueden ayudar a encontrar la vía correcta.
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