Los gatos se han ganado la mala fama de ser bastante indiferentes en su relación con los humanos. Se cree que no extrañan a sus dueños, que pueden ser completamente independientes, que ni siquiera necesitan tener un nombre ya que no hacen caso cuando los llaman.
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Pues bien, parte de estos mitos han sido derribados por la experticia científica, ya que se han registrado elementos probatorios de que los gatos desarrollan más apegos de lo que demuestran y son bastante emocionales.
La veterinaria venezolana Marlys Castro explica que los estudios más recientes apuntan a que existe una relación directa entre varias enfermedades felinas y sus emociones.
“Cuando los gatos son sometidos a situaciones de estrés, pueden llegar a enfermarse incluso de gravedad, ya que cualquier alteración en sus emociones repercuten directamente en su sistema inmunológico”, precisó. Según Castro, los gatos son por lo general bastante sanos, pero cuando se enferman, es imprescindible la valoración veterinaria.
Los mitos más frecuentes
No extrañan a nadie: Falso Si partimos del concepto preestablecido de que los gatos son indiferentes, damos por sentado que no extrañarán a sus dueños, pero nada más lejos de la realidad.
Lo que sucede es que los gatos no poseen la musculatura facial que permita revelarnos sus sentimientos de empatía. En cambio, los perros demuestran una “máscara” facial que sí logra expresar varias emociones como la alegría, la tristeza, o el enojo.
Sin embargo, la verdad es que los gatos sí sienten nostalgia cuando se ven abandonados o los dejan por un largo período de tiempo. Esto se expresa de formas diferentes, como en la caída del pelo, en una tendencia a comer poco, bajan sus niveles de juego o maúllan con alguna regularidad.
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“Los gatos establecen vínculos con los humanos y tienen un tipo de apego parecido al de un bebé de dos o tres años con la madre”, explicó la doctora Paula Calvo, antrozoóloga y experta en relaciones entre humanos y animales.
Citada por La Vanguardia, la especialista precisa: “Se ha demostrado que muestran ansiedad por separación y muchos se ponen enfermos cuando sus amos se van de vacaciones”.
No necesitan nombre: Falso Otro mito sostiene que los gatos no entienden por su nombre. Nada más falso. En casas con varios gatitos se demuestra que al ser llamados por separado obedecen según el nombre.
“Que no sean tan mimosos no quiere decir que no nos quieran”, añade, dice Calvo.
Los gatos poseen un oído muy sensible y han sabido desarrollar asociaciones simples entre una palabra y una acción.
Por ejemplo, además de atender por su nombre, pueden entender varias palabras como “comer” (al escucharla saltan y se ubican frente a sus platos), Jugar: Buscan un juguete de uso frecuente, o Agua (Toman agua). Sus nombres serán un rasgo de identidad y hasta permite rescatarlos en caso de que se pierdan en la calle.
¿Y el baño?
Es muy de humanos eso de las duchas y queremos que todos pasen por la tina, desde el perro, el loro y hasta el gato. Pues bien, los gatos son los animales más limpios de todo el planeta, dicho por el propio Luis Pasteur, quien dedicó tiempo a su observación.
Los gatos pasan gran cantidad de tiempo limpiando su pelaje. Su lengua posee además unas glándulas que inyectan saliva a medida que la pasa por su cuerpo, de modo que logra un cepillado natural casi perfecto.
Por lo tanto, bañarlos con frecuencia no es bueno porque con el tiempo el pelaje pierde su brillo natural y para el gato representa un agotador momento de estrés. Lo peor es que, irremediablemente, se va a terminar de secar con su lengua.
“Bañar un gato adulto que nunca antes se ha bañado no es necesario, porque el animal pasará una muy mala experiencia”, agrega Calvo. El baño se recomienda en caso de haberse mojado con alguna sustancia (aceite de pescado, algún detergente) o porque tenga pulgas.
No necesitan atención: Falso
Todo lo antes expuesto demuestra que los “michis” sí necesitan atención. “Incluso me atrevería a decir que es más difícil hacer feliz a un gato que a un perro, porque los gatos mayoritariamente no salen de casa”, sostiene Paula Calvo.
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